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La discreta llegada de la OTAN al Líbano |
La OTAN, que se había visto excluida de las fuerzas de paz al término de la guerra israelo-libanesa de 2006, se introdujo discretamente en el Líbano durante los últimos días. Por un lado, el destructor USS Cole, que se encuentra frente a las costas del País del Cedro, participa en la guerra de la alianza atlántica contra «el terrorismo». Por otro lado, revela Thierry Meyssan, el nuevo comando de los cascos azules y de las fuerzas de la FINUL ya no está subordinado únicamente a la ONU sino también a la OTAN. Esta peligrosa mezcolanza y la jerarquía paralela que esta instituye pudieran modificar en cualquier momento la naturaleza misma del conflicto regional.
El anuncio por parte de Washington del envío del USS Cole a las costas del Líbano, el 28 de febrero de 2008, provoca el surgimiento de numerosas interrogantes en el Medio Oriente. ¿Qué nueva maniobra está preparando el Pentágono con el envío de ese destructor, último grito de la tecnología militar estadounidense, equipado con el sistema de radar Aegis, con un sistema de tiro vertical y con sistemas avanzados de lucha antiaérea y antisubmarinos así como con misiles de ataque del tipo Tomahawk?
Según un «alto responsable de la administración Bush, que prefirió mantenerse en el anonimato», «Estados Unidos estima que una señal de apoyo resulta importante para la estabilidad regional. Estamos muy preocupados por la situación en el Líbano. Ha durado ya demasiado tiempo (…) Nos parece que el nerviosismo se acrecienta, con las amenazas del Hezbollah y la impresión general de que no hay avance hacia una solución». El envío del USS Cole, prosiguió, «es parte de una serie de medidas que adoptamos nosotros y otros miembros de la comunidad internacional para expresar nuestra inquietud en cuanto al comportamiento de los sirios».
Como siempre, la prensa libanesa comentó estas declaraciones de forma febril, dividida entre su deseo de informar a sus lectores y sus sentimientos hacia cada una de las partes. Los diarios y canales de televisión de la mayoría popular temían una nueva agresión militar contra un país que viene sufriendo constantes ataques desde hace 60 años. Por el contrario, los que apoyan a la mayoría parlamentaria aplaudieron la llegada de sus salvadores, convencidos de que Washington está finalmente dispuesto a aplastar a «la oposición» y a acabar con el apoyo logístico proveniente de Siria.
En vez de sumarnos a ese falso debate en el que las simpatías de cada cual sustituyen a los argumentos, analicemos los hechos y volvamos a la declaración que citamos al principio de este mismo artículo.
¿Qué trata de decirnos la administración Bush?
Describir el envío de un destructor como «una señal de apoyo importante para la estabilidad regional» significa que la marina de guerra estadounidense no tiene la intención de atacar sino de disuadir al Hezbollah en cuanto a la ejecución de sus amenazas contra Israel.
Subrayar que la crisis política libanesa dura desde hace demasiado tiempo y que no avanza hacia una solución significa, en boca del principal organizador de dicha crisis, que no hay intenciones de ceder pero que tampoco se desea que los adversarios saquen provecho de dicho período.
Algo más extraño: declarar que ese despliegue «es parte de una serie de medidas que adoptamos nosotros y otros miembros de la comunidad internacional» indica que el envío del USS Cole no se debe interpretar por sí solo sino en relación con otras medidas, de otros Estados.
Finalmente, la estigmatización del «comportamiento de los sirios» tiene como objetivo justificarse en el plano jurídico atribuyendo a otros la responsabilidad por la internacionalización de la crisis. De no hacerlo así podría acusarse a Estados Unidos de recurrir a la amenaza del uso de la fuerza para abrirse mercados.
La Task Force marítima de la FINUL
En realidad hacía ya varios días que el USS Cole se encontraba frente a las costas del Líbano, al igual que la flota rusa del Mediterráneo, con todo su equipamiento de intercepción electrónica en plena actividad de escucha (decididamente, las grandes potencias se agolpan en ese brazo de mar entre Chipre y el Líbano). Washington escogió el momento del anuncio de forma tal que coincidiera con las medidas de otros Estados con los que mantiene vínculos. Para entender lo que está pasando, tenemos que desviar nuestra mirada y pasar de la 6ª Flota estadounidense al componente marítimo de la Fuerza Interina de las Naciones Unidas en el Líbano (FINUL).
La FINUL, que fue reforzada luego de la agresión israelí de julio-agosto de 2006 contra el Líbano, tiene la misión, en virtud de las resoluciones 1701 y 1773 del Consejo de Seguridad, de verificar la aplicación del cese del fuego y de prestar asistencia al ejército libanés en el control de su propio territorio, tomando todas las iniciativas necesarias para el desarme de los grupos armados.
En la práctica, mientras el ejército libanés no disponga del equipamiento necesario para poder defender el país contra una enésima agresión israelí, el propio ejército libanés no tendrá razón alguna para pedir que la FINUL lo ayude a desarmar a la resistencia, lo cual equivaldría a entregar el país al enemigo. Por otro lado, como ningún Estado se ha atrevido a dotar a la FINUL del equipamiento que se necesita para poder disuadir a Israel de seguir violando diariamente el espacio aéreo libanés, los cascos azules no tienen más que dos tareas: servir de escudo humano para prevenir una nueva invasión contra el Líbano e impedir la proliferación del armamento. Con este último objetivo, la FINUL creó una Task Force (o Fuerza de Tarea) marítima que inspecciona los barcos que circulan frente a las costas del
Líbano y Siria.
Para algunos, esa misión ha resultado eficaz. Los cascos azules han inspeccionado miles de barcos y servido como disuasión a las posibilidades de tráfico marítimo. Para los demás, por el contrario, la misión ha demostrado su inutilidad ya que el Hezbollah ha logrado importar un gigantesco arsenal –quizás por vías no marítimas– sin que se interceptara ningún cargamento.
Según el vocero de la ONU, la flota de la FINUL es una fuerza poderosa. La componen:
2 navíos italianos: la fragata Espero y el patrullero Comandante Bettica (305 hombres)
1 navío francés: la fragata Courbet (153 hombres)
2 navíos griegos (290 hombres)
1 navío turco (250 hombres)
4 navíos alemanes (425 hombres)
1 navío español, el patrullero Vencedora (118 hombres) que se unirá a esa fuerza a mediados de marzo.
La Euromarfor
Sorpresa. A partir de la noche del 29 de febrero los navíos enviados por Italia, Francia y España dejarán de formar parte de esta Task Force a nombre de sus países de origen y lo harán a nombre de la Euromarfor (acrónimo por «Fuerza Marítima Europea»). Sin embargo, contrariamente a lo que parece indicar la bandera europea que ondea sobre sus barcos, la Euromarfor no será un instrumento de la Unión Europea hasta la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, prevista para el año 2009. Los «27» jamás debatieron su implicación, aunque fueron informados. La Euromarfor es una estructura franco-hispano-italo-portuguesa que se encuentra bajo las órdenes de un estado mayor conjunto en el que sólo están representados Francia, España, Italia y Portugal. Por el momento, la Unión Europea dispone de otra fuerza marítima, la Eumarc, que no existe más que en papeles.
La Euromarfor puede ser activada en virtud del artículo 5 del Tratado modificado de Bruselas (Unión de Europa Occidental – UEO) o del artículo 5 del Tratado de Washington (Organización del Atlántico Norte – OTAN). En la práctica, como el ejecutivo de la UEO está casi muerto, la Euromarfor ha sido activada exclusivamente par la OTAN.
Creado en 1995, esta fuerza ha realizado numerosos ejercicios pero hasta ahora se le han asignado solamente 2 misiones, ligadas ambas a la aplicación de una decisión tomada luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001. En aquel entonces, Washington y Londres aseguraron que Estados Unidos y el Reino Unido habían sido atacados por terroristas extranjeros, sin presentar pruebas de ello. Enrolaron entonces a sus aliados en una «guerra contra el terrorismo». En octubre-noviembre de 2002, la Euromarfor llevó a cabo la operación Coherent Behavior, en el Mediterráneo oriental, o sea ante las costas… de Siria y del Líbano. En el marco de Enduring Freedom, la Euromarfor integró la Task Force 150 de la coalición de voluntarios y vigiló el tráfico marítimo en el Océano Índico, frente a las costas del Cuerno de África, desde febrero de 2003 hasta diciembre de 2004 y lo hizo nuevamente después de agosto de 2005.
De ello se desprende que aunque la participación de la Euromarfor en la FINUL (Operación Impartial Behavior) se desarrolla oficialmente bajo la autoridad del Comité Interministerial franco-hispano-italo-portugués también se puede interpretar como una participación de la OTAN, en el marco de la guerra contra el terrorismo.
Sin embargo, los navíos estadounidenses presentes en la zona, como el USS Cole o el USS Nassau y las unidades encargadas de reabastecerlos de combustible, pertenecen a la 6ª Flota de Estados Unidos, o sea la flota de la OTAN en el Mediterráneo, bajo las órdenes del almirante Mark Fitzgerald.
La Task Force marítima de la FINUL se encuentra ahora bajo las órdenes del almirante de la Euromarfor, el italiano Ruggiero Di Biase. Este último se verá en una extraña situación: en el marco de la FINUL, depende de la ONU, pero en el marco de la Euromarfor, está subordinado a la OTAN. En el marco de la FINUL, está encargado de aplicar las resoluciones 1701 y 1773 –que establecen cierto equilibrio entre Israel y el Líbano-, pero en el marco de la guerra de la alianza atlántica contra el terrorismo estaría luchando contra los elementos que acusa de estar o de haber estado implicados en operaciones terroristas (como la destrucción del campamento de los marines estadounidenses en Beirut, en 1983).
Como la OTAN no elabora listados de organizaciones terroristas y sus miembros tienen divergencias al respecto (según Washington, el Hezbollah es terrorista, pero para París no lo es), no se puede acusar a la Euromarfor de ser explícitamente hostil al Hezbollah, principal componente de la resistencia libanesa frente a las agresiones israelíes. Sin embargo, más allá de la retórica, no hay confusión posible: resulta imposible ver quién –aparte del Hezbollah– podría ser el blanco de las acciones de la OTAN.
La OTAN
¿Qué significa entonces esta irrupción de la alianza atlántica en el Medio Oriente y por qué se despliega tan sutilmente?
En el plan israelo-estadounidense de invasión del Líbano del verano de 2006 estaba previsto que la presión internacional interrumpiera el avance israelí y que la OTAN se desplegara entonces, con un mandato de la ONU, para proseguir la cacería contra el Hezbollah. Previendo esto, el general Bantz Craddock, había sido nombrado a la cabeza de la OTAN. Él habría dirigido sucesivamente la guerra israelí y, posteriormente, la guerra de las fuerzas atlánticas. Fue la presión de Francia (que se encontraba en aquel entonces bajo el liderazgo gaullista) lo que llevó a la anulación de aquel plan, durante la conferencia de Roma. Washington y Tel Aviv se vieron así obligados a conformarse con una FINUL reforzada [5]. Posteriormente, el presidente libanés Emile Lahoud bloqueó todos los intentos tendientes a implicar a la OTAN. Ahora que Lahoud ya no es presidente del Líbano, la OTAN vuelve a la carga con la mayor discreción.
Pero el posible papel de la OTAN ha cambiado desde aquel entonces. Ya no se trata de sustituir a Israel para acabar con el Hezbollah, sino de proteger a Israel de un Hezbollah victorioso y amenazante.
Por otra parte, el Pentágono, consciente del excesivo despliegue militar estadounidense a escala mundial, está tratando en estos momentos de retirarse de varios teatros de operaciones, sin por ello abandonarlos. Así que tiene la intención de utilizar la cumbre de la alianza atlántica, que se desarrollará en Bucarest los días 3 y de abril, para dejar una parte del trabajo en manos de sus aliados. Ya en estos momentos los está implicando en Afganistán como medio de garantizarse un respiro. [El Pentágono] quiere además dejarle a otros una parte del peso que representa la protección de la colonia sionista de Palestina, a la que considera como la cabeza de playa de Occidente en el Oriente. La misión del USS Cole no consiste en auxiliar al gobierno libanés de facto, sino en supervisar el relevo por parte de los europeos, que pudiera concretarse cuando Francia asuma la presidencia rotativa de la Unión Europea, el 1º de julio.
En definitiva, lo que al principio parecía ser una buena noticia para los colaboradores del Departamento de Estado estadounidense en el Líbano resulta más bien algo inquietante para ellos. El caso es que dentro de poco van a tener que tratar con los europeos quienes, conociendo el Levante mejor que los estadounidenses, se mostrarán más exigentes en el plano político. Lo más importante es que resulta evidente que ninguna potencia se comprometerá con todas sus fuerzas a favor de ellos y que ningún apoyo será eterno.
En todo caso, con el envío de esta flota, Washington reconoce implícitamente que la correlación de fuerzas se ha invertido en el Medio Oriente: el ejército israelí, que hasta hace poco parecía invencible, fracasó en el Líbano en 2006 y acaba de fracasar nuevamente en Gaza en 2008.
Thierry Meyssan
Etiquetas: conocimiento, inteligencia, memoria, multitud, politica.
En primer lugar, el Hezbollah libró breves combates contra algunos intereses de la familia Hariri en Beirut Oeste pero se retiró inmediatamente, dejándole el control de la zona al ejército libanés. Por consiguiente, el Hezbollah no tomó el control de la ciudad. En segundo lugar, un «golpe de Estado» es una toma sorpresiva del poder y el Hezbollah no trató de apoderarse del palacio de gobierno ni de liquidar al equipo gubernamental. Por el contrario, el Hezbollah, al igual que todas las demás fuerzas de la Alianza Nacional, sigue ignorando al gobierno de facto, al que no considera legítimo por no tener base constitucional.
4 años de crisis, con 18 meses de estancamiento
Los hechos de estos tres últimos días son un episodio más del culebrón que comenzó desde que el Congreso de Estados Unidos votó la Syria Accountability and Lebanese Sovereignty Restauration Act, el 15 de octubre de 2003. Dicha ley, que se adoptó aprovechando la coyuntura que favoreció la invasión contra Irak, otorgaba carta blanca al presidente Bush para desencadenar una nueva guerra contra el Líbano y Siria cuando le pareciera conveniente.
En mi libro L’Effroyable imposture 2 y en el sitio Voltairenet.org, describí en su momento los sucesivos planes que elaboró Washington para lograr sus fines y los numerosos episodios políticos y militares de dicho proyecto: el asesinato del ex premier ministro Rafik Hariri en momentos en que se estaba aproximando al Hezbollah, la campaña mediática de mentiras tendiente a responsabilizar a Siria con dicho crimen, las elecciones legislativas fraudulentas, la retirada del ejército sirio del Líbano, la decisión del Pentágono de utilizar al ejército israelí como subcontratista encargado de la guerra, el ataque israelí y la destrucción del sur del Líbano, la victoria militar del Hezbollah, y finalmente el ilegal mantenimiento del gobierno de Siniora en el poder y el estancamiento de la elección del presidente de la República.
Recapitulemos por un momento los episodios anteriores. El 11 de noviembre de 2006, la renuncia de cinco ministros provoca la caída del gobierno en virtud del artículo 95A de la Constitución libanesa. Pero el primer ministro Fouad Siniora decide mantenerse en el poder. La «comunidad internacional» otorga su aval a este putsch viendo en él la única manera de cerrarle el paso a la coalición enbabezada el Hezbollah. Se trata, efectivamente, de una cuestión vital para el imperio anglosajón: un gobierno dirigido por el Hezbollah daría la señal para el comienzo de una serie de revoluciones en el mundo árabe y significaría inevitablemente el fin, no del Estado de Israel sino del régimen sionista que ejerce el poder en Tel Aviv.
Aunque es la única formación que pudiera ejercer el poder de forma legítima dada su victoriosa resistencia ante la invasión israelí y el masivo apoyo popular con el que cuenta, la Alianza Nacional –encabezada por el Hezbollah y la Corriente Patriótica Libre– se abstiene de marchar sobre el palacio de gobierno. En vez de ello, Hassan Nasrallah y Michel Aoun se esmeran en demostrar que pondrán la unidad del Líbano por delante de los intereses partidistas, aunque son mayoría. Esta moderación extrema se explica por el temor a una nueva intervención militar directa o indirecta de Estados Unidos, que no dejaría de utilizar para ello a ciertos partidos políticos minoritarios.
La situación política se ha reflejado en la geografía de Beirut. La familia Hariri instaló dos grandes carpas en la Plaza de los Mártires en el momento de la «revolución del cedro» (efímera versión local de las «revoluciones naranjas» orquestadas por la CIA).
La Alianza Nacional estableció por su parte todo un gran campamento que cubre todo el centro de la ciudad y que ofrece una demostración visual de la correlación de fuerzas. El resultado fue que los golpistas [del gobierno de Siniora] se refugiaron en el palacio de gobierno, convertido en una fortaleza rodeada de obstáculos de concreto, de alambradas y blindados.
Esta situación se ha prolongado durante 18 meses, en los que ninguno de los bandos ha perdido el tiempo.
El gobierno de facto, que –contrariamente a lo que afirma la prensa anglosajona– no cuenta con el apoyo de Occidente sino con el de Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita, se dotó de un aparato de seguridad. Conformó una policía especial pagándole salarios a los milicianos de las Fuerzas Libanesas (partido de extrema derecha del criminal de guerra Samir Geagea) y los manda a entrenarse en Jordania con instructores estadounidenses.
Además, la familia Hariri creó varias empresas de seguridad, que en realidad son milicias privadas.
La Alianza Nacional reaprovisionó el arsenal de la resistencia con la ayuda oficial de Irán y la no oficial de Siria, como señala la prensa europea, así como con el discreto y continuo apoyo de dos miembros del Consejo de Seguridad: Rusia y China. El Hezbollah envió jóvenes voluntarios a entrenarse en Irán, con los Guardianes de la Revolución, y construyó una vasta red de líneas de defensa en el sur del Líbano.
Simultáneamente, el Hezbollah ayudó a los demás miembros de la Alianza Nacional a militarizarse y a establecer la coordinación necesaria para garantizar en común la resistencia ante la agresión extranjera. El grupo que dispone de los combatientes más aguerridos, después del Hezbollah, es actualmente el Partido Social Nacionalista Pansirio (PSNS) de Ali Qanso. La prensa occidental finge ignorar la existencia de ese partido que, al definirse como laico, no encaja en el análisis confesional que tanto agrada al pensamiento colonial.
El mandato del presidente de la República, Emile Lahoud (cercano a la Alianza Nacional), llegó a su fin el 23 de noviembre de 2007. Negándose a adoptar la misma actitud de aferrarse al poder que observa el primer ministro Fouad Siniora, Emile Lahoud dejó sus funciones en el momento previsto y respetó el procedimiento democrático.
La elección de su sucesor por parte del Parlamento debe hacerse por mayoría calificada, y por tanto, un acuerdo entre los dos bandos. En realidad, al gobierno de facto no le interesa eso porque la función del presidente es esencialmente honorífica. La única preocupación del gobierno es mantenerse indefinidamente en el poder. La Alianza Nacional, por su parte, enfoca esa elección en el marco de un equilibrio global que comprende un acuerdo sobre la representatividad del próximo gobierno y la delimitación de las circunscripciones legislativas.
En Washington piensan que, debido al poco apoyo popular del gobierno de facto, toda evolución política irá en detrimento de este. Así que Estados Unidos ha incitado a sus repetidores locales a congelar la situación. El estancamiento se ha extendido a todos los órganos constitucionales. En este momento el país se encuentra sin gobierno legítimo, sin tribunal constitucional, sin presidente y sin asamblea legislativa (ya que el único mandato que actualmente tiene el parlamento es para proceder a la elección del presidente). Las instituciones administrativas ya no pueden funcionar. La crisis política dio lugar a una crisis económica.
La miseria va en aumento. La gente sólo logra sobrevivir gracias a la ayuda de los familiares expatriados o con los subsidios de los partidos políticos. En ese contexto, las obras sociales del Hezbollah han venido a llenar el espacio que el debilitamiento del Estado ha ido dejando vacío.
Tres días de combates esporádicos
Esa situación hubiera podido mantenerse durante mucho tiempo más, a pesar de los sufrimientos que implica para la población. Pero la victoria del Hezbollah sobre Israel sigue teniendo efectos en el mundo árabe. Una nueva generación de miembros palestinos de la resistencia, como el Ejército iraquí del Mahdi, se inspiran en su ejemplo. Así que Washington ha planificado algo para ponerle fin.
Como dije en Al-Manar el pasado 18 de abril, el objetivo principal no es aplastar al Hezbollah (lo cual exigiría una guerra de mayor envergadura que la de 2006), sino desacreditar a ese movimiento llevándolo a volver sus armas contra otros árabes. Para ello, Washington ha previsto cínicamente sacrificar a sus principales aliados políticos en el Líbano. Para garantizar que esa operación no degenere en una guerra regional, la CIA eliminó previamente a los dos jefes militares de la Corriente Patriótica Libre y del Hezbollah: Francois el-Hajj (asesinado en Beirut el 12 de diciembre de 2007) e Imad Mugniyeh (asesinado en Damasco el 12 de febrero de 2008).
Veamos los detalles de la operación: en la noche del 25 al 26 de abril de 2008, comandos estadounidenses llegarían al aeropuerto de Beirut y tratarían de eliminar a Hassan Nasrallah. Lo lograran o no, lo importante era que su breve acción sumiera la capital en el caos y llevara a los militantes del Hezbollah a atacar al gobierno de facto y a la familia Hariri. Mientras más sangre corriera más se justificaría una intervención de la OTAN.
El almirante Ruggiero di Biase, comandante de la FINUL marítima (la fuerza de las Naciones Unidas), cambiaría de pronto las banderas de los navíos italianos, franceses y españoles de la Euromarfor y sus hombres desembarcarían en el puerto de Beirut por orden de la alianza atlántica, supuestamente para socorrer a los sobrevivientes del equipo gubernamental. Todo ello iría acompañado de una intensa propaganda sobre la violencia de los chiítas contra los sunnitas y haría perder al Hezbollah el prestigio que mantiene entre las mases árabes. George W. Bush llegaría entonces a Tel Aviv para festejar los 60 años de Israel e invitar a los «Estados árabe moderados» sunnitas a unirse al Estado judío ante el peligro chiíta.
Washington tenía previsto dejar que sus aliados políticos en el Líbano fuesen masacrados y conservar únicamente a sus agentes operativos. Eso significa, sacrificar al primer ministro de facto (Fouad Siniora) y al jefe de la familia Hariri (Saad), conservando nada más que a los hombres-orquesta de la CIA: el líder druso Walid Jumblatt (vicepresidente de la Internacional Socialista) y su brazo derecho, el extremadamente voluble Marwan Hamade (ministro de Telecomunicaciones en el gobierno de facto).
Es en ese contexto que el Hezbollah arrestó, el 26 de abril, al representante del Partido Socialista francés ante la Internacional Socialista en el barrio sur de Beirut. El franco-afgano Karim Paksad estaba tomando fotos justo al lado del lugar donde se encuentra el bunker de Hassan Nasrallah. Según el Hezbollah, que sospechaba que Paksad era un espía implicado en el apoyo logístico a la operación estadounidense tendiente a asesinar a Nasrallah, el hombre era portador de un equipo que permite interceptar comunicaciones telefónicas.
Como la operación comando fue anulada al descubrirse que el Hezbollah había instalado cámaras de vigilancia en el aeropuerto, Walid Joumblatt invirtió la situación acusando a Hassan Nasrallah de haber preparado una operación militar para destruir un avión en la pista 17 del aeropuerto (la que actualmente utilizan las personalidades gubernamentales). Esto no era totalmente falso, pero el objetivo eran los comandos estadounidenses, no los miembros del gobierno de facto. Creyéndose blanco de la acción, el primer ministro de facto destituyó al comandante de la seguridad del aeropuerto y anunció que iba a desmantelar la red de comunicaciones del Hezbollah, herramienta indispensable para la resistencia.
Simultáneamente, los sindicatos llamaron a una huelga general, el miércoles 7 de mayo. en demanda de un aumento del sueldo mínimo. A ellos se unieron los partidos de la Alianza Nacional, que confirieron un carácter político a la huelga al reclamar la partida de los golpistas. No se sabe cómo fue que se produjeron enfrentamientos armados entre miembros de Amal (el partido del presidente chiíta de la Asamblea Nacional) y de la Corriente del Futuro (el partido de la familia sunnita de Hariri).
Los incidentes se extendieron por la capital, durante los días 8 y 9 de mayo, después de la conferencia de prensa de Hassan Nasrallah. El ejército se retiró de los barrios del oeste de Beirut, que fueron tomados por militantes de la Alianza Nacional. Estos destruyeron las oficinas de los medios de prensa pertenecientes a la familia Hariri, sin que sus empresas de seguridad trataran de defenderlas, y llamaron después al ejército para que retomara el control de la seguridad pública. Útil precaución ya que, en virtud de la resolución 1701, la FINUL solamente puede intervenir a pedido del ejército libanés (o sea únicamente si el ejército se encuentra en dificultades).
Los enfrentamientos dejaron 18 muertos y numerosos heridos. No se trataba de un combate propiamente dicho, sino más bien de una especia de Intifada popular controlada por el Hezbollah.
Durante esa acción, los sindicatos cerraron el aeropuerto y el puerto para impedir un posible desembarco de fuerzas de la OTAN. El balance de esos tres días no es ni enteramente favorable ni enteramente negativo para ninguna de las partes. Por un lado, el Hezbollah no cayó en la trampa que le habían tendido, pero metió el dedo en la maquinaria. Del otro lado, la Corriente del Futuro (familia de Hariri) se vio como lo que realmente es: un cascarón vacío.
El sábado 10 de mayo, el primer ministro de facto, Fouad Siniora, se dirigió a la nación. Conforme a lo previsto, afirmó con el mayor aplomo que siempre había apoyado la acción del Hezbollah contra el enemigo israelí (cosa que nadie recuerda), pero que no podía aceptar que ese movimiento utilice las armas de la resistencia en contra de otros libaneses. Declaró que ya no reconoce en Nabih Berri, el presidente chiíta de la Asamblea Nacional, la neutralidad necesaria para poder hacer de mediador. Y al ejército le reprochó lo contrario, criticándolo por no haber intervenido, lo cual pone fin al carácter consensual de la candidatura del jefe del Estado Mayor, Michel Sleimane. Para terminar, después de cerrar así todas las puertas, llamó a sus conciudadanos a manifestar en silencio su rechazo a la violencia el domingo a las 10 de la mañana, en todas las calles del país. Se trata, evidentemente, de una especie de contrahuelga general tendiente a crear las condiciones para reactivar los enfrentamientos y justificar la internacionalización de la crisis.
Inesperadamente, el ejército respondió inmediatamente al primer ministro de facto con una negativa a destituir al comandante de la seguridad del aeropuerto y expresando su oposición al desmantelamiento de la red de comunicaciones del Hezbollah, considerada como un arma indispensable para la defensa nacional.
Próximamente, Washington tratará de presionar al ejército para salga de su neutralidad y pida ayuda a la FINUL contra el Hezbollah. Para lograrlo se necesitará probablemente la eliminación física de ciertos oficiales recalcitrantes. Por su parte, la Alianza Nacional tratará de ahondar su ventaja sin dejarse absorber por la maquinaria.
Para ello debería hacer una pausa que le permita remodelar un escenario político en el que la familia Hariri será la gran perdedora. Michel Aoun tendría que esforzarse para realzar la actuación del componente cristiano para invalidar la retórica del enfrentamiento entre chiítas y sunnitas, desarmando así la trampa estadounidense.
El 19 de mayo se desarrollará la 19ª sesión del parlamento con vista a la elección del presidente de la República. Más que nunca, resultará imposible la obtención de una mayoría calificada.
Thierry Meyssan
En Masada, construida por el rey Herodes a orillas del Mar Muerto, un millar de rebeldes y zelotes judíos se atrincheraron entre los años 70 y el 73 y finalmente se suicidaron para no ser esclavizados por Roma, en lo que ha pasado en la historia judía -y las pantallas cinematográficas-, como un acto de heroísmo.
Bush también recibió una larga ovación cuando pronunció en hebreo las palabras 'Feliz Día de la Independencia', con motivo del sesenta aniversario del Estado judío, y al recordar a Ariel Sharon, asegurando que 'las oraciones del pueblo (norte)americano' están con ese ex primer ministro israelí, en coma desde hace dos años.
En una intervención plagada de referencias bíblicas y religiosas en la que fue interrumpido numerosas veces por los aplausos de los parlamentarios, el presidente estadounidense reafirmó el mensaje, repetido hasta la saciedad durante su actual visita, de que Israel 'no está solo'.
'En Israel hay quizás siete millones de habitantes, pero en vuestra lucha contra el terrorismo sois 307 millones porque (Norte) América está a vuestro lado', manifestó.
Además de los lazos de unión históricos con Israel, el discurso de Bush se centró en las amenazas comunes, en concreto en la posibilidad de que Irán adquiera armas nucleares.
'El mundo no puede permitir que Irán tenga armas nucleares, por el bien de la paz mundial', algo que también apoyó en su discurso el primer ministro israelí, Ehud Olmert.
Sobre el proceso de paz con los palestinos, que impulsa EEUU desde la Conferencia de Annápolis celebrada el pasado noviembre, Bush se mostró optimista en que ambas partes lleguen pronto a un acuerdo, y aseguró que 'los palestinos tendrán también su estado'.
En Annápolis, israelíes y palestinos se comprometieron a alcanzar un acuerdo de paz este mismo año, aunque por el momento no se han hecho públicos avances significativos de las negociaciones, cuyo contenido ambas partes mantienen en el máximo secreto.
El dignatario republicano advirtió de nuevo sobre el peligro que supone para la estabilidad internacional la existencia de grupos como la milicia chiíta libanesa Hizbulá y el movimiento islamista palestino de Hamás, y habló de un futuro en el que 'Irán y Siria serán naciones pacíficas', 'el pueblo de Beirut será libre' y 'Al Qaeda, Hamás y Hizbulá habrán sido derrotados'.
George y Laura Bush, amantes de Tierra Santa desde que retomaron con fuerza la práctica religiosa evangelista, fueron acompañados en su visita turística a Masada por Ehud Olmert y su mujer Aliza, y después regresaron a Jerusalén para dirigirse al Parlamento israelí, lo que hasta ahora solo han hecho una veintena de líderes mundiales.
Bush, recibido con honores militares en la Knesset, recordó hoy otra vez que 'Estados Unidos e Israel comparten la creencia de que todos los pueblos tienen el derecho a vivir en paz, que la democracia es el mejor camino para garantizar los derechos humanos, que la libertad de culto es fundamental para las sociedades civilizadas, y que el uso de la violencia para conseguir objetivos políticos es siempre erróneo'.
Esta tarde, el presidente estadounidense se reunió tras su intervención en la Knesset con el enviado del Cuarteto de Oriente Medio, Tony Blair, para conocer los avances en la aplicación de la Hoja de Ruta, el plan de paz que sirve de guía a las negociaciones políticas entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
A última hora de la tarde, Bush ofrecerá un cóctel en el Museo de Israel y después cenará en privado con el matrimonio Olmert, para proseguir mañana su actual gira por Oriente Medio, que también incluye escalas en Egipto y Arabia Saudí.
Además, el líder terrorista añade que continuará luchando contra los israelíes y sus aliados y que no cederá ni un solo metro de territorio palestino. La autenticidad de la grabación no ha sido todavía confirmada, aunque según fuentes citadas la voz suena como la de Bin Laden.
"Continuaremos, con el favor de Dios, la lucha contra los israelíes y sus aliados... y no renunciaremos un solo metro de Palestina mientras exista un verdadera musulmán en la tierra", dice la grabación colocada hoy en un sitio de Internet islamista.
Bin Laden afirmó que el conflicto israelí-palestino era el centro de la lucha musulmana con Occidente y una inspiración de los 19 suicidas que perpetraron los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
El jefe de Al Qaeda afirma que las celebraciones del aniversario de Israel muestran que el Estado judío no existía hace 60 años y que fue establecido en tierra decomisada violentamente a los palestinos.
El militante islamista de origen saudí también cargó contra la prensa occidental, que a su juicio, ha mostrado a lo largo de estos años a los israelíes como víctimas y a los palestinos desplazados de sus tierras como terroristas.
En la grabación, Bin Laden se burla de los esfuerzos de paz, que durante 60 años no han ayudado a establecer un Estado palestino y afirma que el destacamiento de una fuerza internacional en el sur de Líbano es una prueba de que Occidente respalda y protege a Israel.
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