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La verdad y la razón son revolucionarias

Hace un días, de la mano de Greenpeace y gracias a una llamada anónima de algún trabajador, salió a la luz que en Noviembre de 2007 hubo una fuga radioactiva en la central nuclear de Asco I (Tarragona). Al parecer una inspección rutinaria de los niveles de radiación en el exterior de los edificios de la planta encontró restos de partículas radiactivas.

La Asociación Nuclear Ascó-Vandellós (ANAV), titular de la planta, y el CSN en total sintonía, se han apresurado a calmar a la opinión publica. Afirman que "la cantidad fue casi insignificante", que "no rebaso el recinto" de la central, que el "impacto radiológico está muy por debajo de los límites reglamentarios establecidos" y que no tiene "ningún tipo de trascendencia para las personas o el medioambiente". Sobre el hecho de que todo se haya sabido gracias a Greenpeace, ANAV afirmó que la organización ecologista había sido simplemente más rápida. Por su parte, Greenpeace ya se ha tomado la molestia de desmontar el informe del CSN sobre el suceso, que ha tachado de incompleto y simplista.

No hace falta ser un erudito en materia nuclear ni un férreo detractor de este tipo de energía para darse cuenta de que las verdades ofrecidas por el CSN y sus métodos de razonamiento, lejos de ser revolucionarios, dejan muchas cuestiones sin resolver y, precisamente, sirven de aliciente a los de siempre para los lavados de cara de la industria nuclear donde y cuando se necesitan.

Una vez más observamos cómo, en la carrera por presentar a la opinión pública las fallas de la energía nuclear, el CSN y las centrales nucleares siempre llegan detrás, escudando organismos oficiales y productores se empeñan en considerarla como una energía limpia, segura y fiable. Seguidamente, minimizar todo incidente hasta que desaparece en el eco mediático es su labor ante las cámaras. El resto del tiempo, desde su sagrada independencia, el CSN se dedica a mantener el panorama nuclear español en la más absoluta opacidad.

Ahora, la presidenta del CSN deberá acudir al Congreso a informar sobre el suceso de la planta de Ascó. "Todos estamos obligados a respetar la verdad y a contrastar la información. Quienes nos consideramos progresistas siempre hemos pensado que la gente de izquierdas está aún más obligada a cumplir esa máxima" decía... veremos si las verdades que vomitará la Sra. Martínez en el hemiciclo, fiel a su ideología progresista, llevan a que se reconozcan fallos muy graves en el plan de vigilancia radiactiva y red de control de CSN o, en su defecto, cinco meses de verdades engullidas. Eso sí, y por una vez, sería revolucionario.

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  Anónimo

miércoles, 16 abril, 2008  

  Anónimo

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  Anónimo

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jueves, 17 abril, 2008  

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