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En Ipcreal.com estiman que la subida de precios de los bienes más comunes de consumo ha sido de un 8,3%, con la referencia interanual de febrero de 2008– excluyendo del cálculo algunos bienes que sí considera el Instituto Nacional de Estadística, como los accesorios de jardín, la joyería o la cirugía estética –. Incluyen pues, básicamente la alimentación, y los recibos del gas, agua, electricidad y gasolina. Se habla del IPC como el “impuesto de los pobres” porque repercute esencialmente en las rentas bajas, más aún si los productos más básicos duplican el índice oficial, o si, como calculan también desde esta página, el precio de la leche, el pan y el pollo, conjuntamente, cuadruplican el dato del INE.
Para Marcos Martínez, el IPC no es sólo el incremento de los precios de los productos, sino una consecuencia de la multiplicación de la masa monetaria en circulación. John Williams, de shadowstats.com, calcula que la M3, que se estima sería el conjunto del dinero existente en dólares, y que dejó de publicarse a comienzos del año 2006 por parte de las autoridades norteamericanas, está creciendo en el año 2008 a un ritmo de más del 16% interanual. Es inevitable, por tanto, nos recuerda Martínez, que exista inflación de precios: ha crecido mucho más el circulante que la realidad física de intercambio de materiales y energía que, en teoría, es la base real del juego financiero. Y decimos en teoría, porque, al contrario que las coles cosechadas, el dinero crece y se autoreproduce, formando rentas millonarias y otras simplemente consumidoras, sustentadas sobre la auténtica fe del creyente en el crecimiento económico, a la sazón la práctica totalidad de los que en voz alta opinan de estas cosas: da valor múltiple a los inmuebles, los más diversos valores y se dirige masivamente, en virtud de la concesión de créditos – y la generación de deuda que tendría que ser devuelta con intereses – a aquello que pueda dar más rentabilidad o, como ahora, en tiempos de reparos, a lo que se llama en la jerga del parqué, “valores seguros”.
Entre esos valores están los recursos energéticos, los granos, los metales de todo tipo y el sempiterno oro. Entonces, nos dice Martínez, la actual espiral inflacionista aún tendría mucho más que ver con ese refugio del dinero que con la escasez física. Tendríamos ya escasez de oferta ante una demanda nerviosa que busca invertir en lo indispensable, y ahora faltaría saber si tenemos escasez real de esas materias primas que son nuestro sustento diario. Quizás una cosa lleva a la otra: la constatación de que realmente el consumo de esas materias se ha multiplicado y que existen síntomas de ralentización o freno en su crecimiento para abastecer al mismo ritmo lo que se solicita, dispara su valor, ejecutando la sagrada ley de la oferta y la demanda.
Probablemente estemos ante el comienzo de una espiral hiperinflacionista mundial. A pesar de – o quizás debido a - las enormes operaciones de mejora de variedades agrícolas, el desarrollo de sistemas muy sofisticados para extraer petróleo y otros combustibles, o aparatos mucho más eficientes en consumo de energía y materiales, se ha formado una clase consumista mundial, uniformizada bajo la égida de la publicidad, que bebe de los bajos costes globalizados de la “contenerización”, y que compite ardientemente por los recursos finitos, estando dispuesto a pagar mucho, porque además nunca hubo tanto dinero - deuda en circulación, huyendo hacia delante. Este importante hecho diferencia mucho esta situación de otras anteriores: parece ya crónicamente difícil saciar la sed mundial que ha forjado el mismo crecimiento en la era del desarrollo.
Precisamente la inflación creciente es un instrumento, también, de reducción de la población consumidora, en un proceso de reajuste y expulsión del juego del crédito a los que tienen menos porque además, la inflación agranda las diferencias y las retroalimenta: el gran mercado actual del lujo y la frivolidad podría ser una recreación de los felices años 20, en ese sentido. Quizás no percibamos en toda su dimensión la gran aceleración que ha supuesto para la economía mundial llegar hasta la primera década del Siglo XXI procesando la mayor tasa de recursos naturales no renovables de la Historia, de forma acumulada, es decir, con garantía de que decrecerá su suministro tarde o temprano. Por eso parece que lo que hoy vivimos no es sólo una consecuencia, dentro de un proceso lleno de matices, de la imprudencia crediticia, sino la constatación de que el límite real del dinero - consumo es la esperanza en poder consumir cada vez más; al ser eso inviable, parece inevitable afrontar, el algún momento, carestías crecientes en el uso de productos que nacen de materias primas que, como las coles cosechadas, no pueden multiplicarse a sí mismas.
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Por un lado, desde hace tiempo, ha habido un aumento del consumo en ciertos países , entre ellos China e India; crecimiento que afecta también a la variedad de lo consumido.
Un segundo factor , es el aumento de precio de los insumos, es decir, del petróleo , que ha encarecido los fertilizantes para el cultivo y el transporte de los alimentos. A ello se añade "los efectos del cambio climático" con sequías e inundaciones que destruyen las cosechas.
Como ejemplo, Malcorra recordó que hace una semanas el Gobierno de Australia dijo que su producción de trigo se reduciría debido a la sequía, ligada al cambio climático, lo que "disparó el precio de ese cereal en un 25% en el mercado de materias primas de Chicago".
Los biocarburantes encarecen
A esos tres aspectos ya conocidos, se ha añadido uno nuevo, el desvío de los alimentos para la fabricación de biocarburantes , pues el alto precio del barril de petróleo ha hecho competitiva su producción. Ahora "existe una relación entre el precio de la comida y el precio de la energía" que antes no se había observado, comentó Malcorra.
A la inestabilidad se añade un elemento más, ya que a pesar de que el año pasado se anotó una producción récord de cereales, los inventarios están en sus mínimos de los últimos treinta años, "lo cual da una altísima volatilidad al mercado".
La directora ejecutiva adjunta del PMA calificó la situación de "combinación explosiva de factores" y destacó la preocupación de los expertos sobre el futuro. "Nadie duda de que los precios no bajarán" , aseguró antes de indicar que "lo que no se sabe es si se establecerán en este nivel o crecerán aún más".
La responsable del PMA no se pronuncia sobre la solución, pero afirma que "con una serie de decisiones que se han tomado, y que el mercado está adoptando como propias, se está impactando el derecho a la comida, que es un derecho reconocido por las Naciones Unidas y por la humanidad".
Alerta, además, de que suceden "cosas que tienen un efecto que probablemente no estaba previsto" y que "generan un desequilibrio que puede tener implicaciones desde el punto de vista político muy complejas". En ese sentido, Malcorra citó las manifestaciones masivas habidas en ciertos países en desarrollo para protestar por el precio del pan.
El presupuesto de este año “razonablemente se puede cumplir”, agregó, y para los ejercicios siguientes habrá que ver “cuál es el margen de actuación y qué debemos priorizar, teniendo en cuenta los compromisos” adquiridos.
La evolución de los salarios es "positiva", pero alerta de un cambio de contexto
Pedro Solbes dijo hoy que el comportamiento de los salarios en España en los últimos años ha sido “positivo” gracias a una “razonable moderación”, pero alertó de que en las próximas negociaciones se deberá tener en cuenta el cambio de contexto económico.
El vicepresidente económico dijo que el sistema español de negociación salarial “está bien diseñado” porque “parte de inflación prevista y no de inflación pasada”, lo cual “ya es positivo”. Además, incluye “cláusulas de salvaguardia” para compensar las “desviaciones” y tiene en cuenta la productividad.
“El comportamiento en España ha sido de una razonable moderación en los últimos años y el comportamiento de los salarios ha sido razonablemente positivo. Es verdad que ahora estamos en un contexto algo distinto, la evolución del empleo es diferente, la evolución del paro es diferente, y son elementos que también deberían ser tomados en consideración”, señaló.
Solbes indicó que si los salarios se suben “automáticamente” sin tomar en consideración “la evolución de la productividad” se entraría en una “espiral precios-salarios”, y se daría lugar a “efectos de segunda vuelta” que “no son buenos para nadie”.
Al ser preguntado por el caso de Alemania, donde los trabajadores de los servicios públicos han pactado un incremento salarial del 8% en dos años, Solbes destacó que los alemanes “han perdido poder adquisitivo en los 10 últimos años de forma muy significativa y ha tenido los costes laborales unitarios más bajos de Europa en los últimos años, lo cual les da un margen de maniobra que otros países no tienen”.
Con mayor dureza de lo habitual, estas autoridades instaron a la moderación salarial para no alimentar la espiral inflacionista. El pasado mes, la subida de precios fue del 3,5% anual en la zona euro, una tasa nunca vista desde que existe la moneda única.
«Si el BCE y nosotros luchamos por la estabilidad de los precios, nuestra objetivo es del mismo orden que la lucha social» de los sindicatos, aseguró el jefe de filas de los ministros europeos de Economía, el luxemburgués Jean-Claude Juncker. «La estabilidad de los precios es un tema muy importante para los más pobres y vulnerables de nuestros ciudadanos», insistió el presidente de la autoridad monetaria europea, Jean-Claude Trichet.
Los responsables económicos censuraron el acuerdo alcanzado por los funcionarios alemanes del sector servicios, que establece incrementos salariales del 8% entre 2008 y 2009. «No es precisamente un ejemplo a imitar», observaron. El presidente del Banco Central alemán, Axel Weber, reconoció su preocupación al respecto. Los sindicatos no opinan lo mismo. La CES es la voz de 82 organizaciones sindicales de 36 países europeos, así como de las 12 más poderosas federaciones sectoriales, y suma, con todo, la representación de 60 millones de trabajadores.
Señala que los problemas financieros tiene impacto en los ingresos de las empresas porque está reduciendo el gasto de los consumidores y restringiendo la actividad de la construcción y asegura que el crecimiento del PIB de EEUU en el primer trimestre de este año "es de hecho nulo".
Greenspan subraya que serán las economías mas abiertas y flexibles las que mejor preparadas estarán para afrontar los retos del futuro, mientras que les irá peor a aquellas que "se atrincheran y tratan de proteges a sus empresas de decisiones competitivas procedentes de la competencia exterior".
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