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Muere el terrorista de las cartas con ántrax |
Uno de los más reputados microbiólogos de Estados Unidos se suicidó el martes, después de convertirse en el principal sospechoso al que el FBI investigaba en relación con los envíos de esporas de ántrax por correo en 2001, tras los que murieron cinco personas. Bruce E. Ivins, de 62 años, había trabajado durante 18 años en el Instituto Militar para el Estudio de Enfermedades Infecciosas, investigando sobre la vacuna contra el ántrax, una enfermedad también conocida como carbunco y utilizada como arma bacteriológica. Una de las líneas de investigación del FBI que se filtraron ayer es que Ivins podría haber liberado las bacterias de ántrax para poder probar sobre humanos la vacuna sobre la que estaba trabajando.
Fue Ivins quien se encargó de analizar las esporas de esta bacteria que aparecieron en el Capitolio, diversas estafetas de correos y oficinas de medios de comunicación en Florida y Nueva York en otoño de 2001. Las cartas llegaron en dos oleadas, todas enviadas desde Nueva Jersey. La primera remesa se envió a redacciones de periódicos e informativos de televisión el 18 de septiembre. La segunda, recibida en el Congreso, tenía un matasellos del nueve de octubre. En principio, se sospechó que Al Qaeda estaba tras los ataques.
Con el tiempo, el FBI descubrió que la cepa que se utilizó en los atentados era idéntica a la que utilizaba el Pentágono para investigar sobre la vacuna contra el ántrax en un laboratorio de la base militar de Fort Detrick, cerca de Washington. Los agentes encontraron, además, restos bacteriológicos en diversas habitaciones de este edificio. El FBI sabría más tarde que, antes de su llegada a Fort Detrick, en diciembre de 2001, una compañera de trabajo le había dicho a Ivins que temía que su mesa estuviera también contaminada. El científico la examinó, encontró restos y los limpió. Nunca llegó a informar a sus superiores.
Ivins siguió con sus análisis al margen de la investigación que había emprendido paralelamente el Pentágono. Limpió su propia oficina el 15 de abril de 2002 y encontró más de 50 restos en un recipiente esterilizador, un vestuario y una bata de laboratorio. Cuando los agentes le interrogaron, dijo que efectuó estas limpiezas por miedo a que las muestras que el FBI había enviado para su análisis no hubieran sido aisladas de forma correcta.
Inicialmente, las investigaciones del FBI se centraron en un ex colega de Ivins, el virólogo Steven Haftill, de 54 años. En un informe elaborado para la empresa privada en la que trabajaba desde 1999, la Corporación Nacional de Ciencia Aplicada, Haftill y otros colaboradores habían diseñado un simulacro de ataque con ántrax a diversos puntos de EE UU. Los agentes del FBI lo consideraron una fuente de inspiración para los ataques de finales de 2001. En 2006 el director del FBI, Robert S. Mueller, cambió al equipo de investigación por considerar que el caso estaba estancado.
Fue entonces cuando las pesquisas se centraron también en Ivins. En marzo de este mismo año, el FBI acabó exculpando a Haftill por falta de pruebas. El científico que más había trabajado en EE UU en la vacuna contra el carbunco era el único sospechoso en el mayor caso de ataques bacteriológicos de la historia reciente de EE UU. Irónicamente, en 2003 había sido condecorado con la Medalla al Servicio Civil Excepcional del Ejército, por su aportación a la vacuna contra el ántrax que el Ejército administra a sus soldados. Ivins se resintió. Primero, entró en una severa depresión y mostró tendencias suicidas. Se le cerró el acceso a zonas de alta seguridad en Fort Detrick. La empresa le iba a forzar a abandonar su puesto de trabajo el próximo mes de septiembre.
La semana pasada los agentes le informaron de que era, oficialmente, el principal sospechoso y de que había pruebas suficientes para inculparle por su papel en los ataques con ántrax en 2001. Además, le comunicaron que el fiscal del Departamento de Justicia pediría la pena de muerte. El martes se suicidó con una sobredosis de paracetamol y codeína. Ayer, uno de sus colegas dijo que no cree que Ivins fuera el cerebro tras estos ataques. Russell Byrne, que trabajó con el microbiólogo durante 15 años, considera que "hubo una verdadera caza de brujas" contra él.
NOTA: Esta seudo-noticia es de ElPais.com y esta aqui solo como ejemplo de falsificacion/manipulacion mediatica que se ofrece a la ciudadania con respecto al "USA-terrorismo-CIA"
(continue)

Añadió que al menos diez sobres permanecían en la sala de correo del diario y un mínimo de tres fueron distribuidos por el edificio, lo que obligó a evacuar por precaución una de las plantas de la sede.
Todos los sobres considerados sospechosos tiene el mismo matasellos del estado de Tennessee, pero los remites indicaban distintas direcciones.
Al menos uno de ellos, enviado al director de información del diario, Robert Thomson, ha sido abierto por uno de los asistentes de ese ejecutivo, que asumió su cargo hace casi un año.
"Dado que aún no sabemos si hay razones para alarmarse, pedimos a todo el mundo que no abra ningún sobre mientas continúen las investigaciones", pidió hoy en un correo electrónico remitido a los empleados del diario Howard Hoffman, vicepresidente de comunicación de Dow Jones, firma propietaria del periódico.
En octubre pasado, varios sobres con polvo blanco sospechoso en su interior fueron recibidos en la sede del diario "The New York Times", con sede también en Manhattan, así como en diversas sucursales estadounidenses del banco Chase.
En una semana se recibieron más de 45 escritos amenazantes con polvo blanco en su interior a instituciones financieras en al menos once estados de EEUU, aunque finalmente no resultó ser peligroso.
El envío, con una carta en su interior, iba dirigido a Andrew Rosenthal, responsable de la página editorial, también tenía la dirección escrita a mano, pero no especificaba el remitente, según explicó en su día el diario.
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