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Cuenta Rumi que en cierta ocasión tomaron a cuatro hombres de países diferentes, que hablaban distintos idiomas; cuatro hombres diferentes que tenían un deseo común: comprar uvas. Y les dieron a los cuatro el dinero suficiente para comprar lo que deseaban. Cada cual deseaba emplear el dinero en comprar uvas, e intentaba imponer su voluntad sobre los demás sin darse cuenta que los otros deseaban lo mismo. Como resultado se enzarzaron en una disputa sin sentido en la que cada uno intentaba imponer su voluntad sin darse cuenta de que era la voluntad de los otros también. Entonces pasó alguien que hablaba los idiomas de los cuatro contendientes, y les compró uvas poniendo fin a la discusión sinsentido. Nos dice Rumi que todos los hombres de Dios conocen el lenguaje del corazón, por lo que son los únicos que pueden salvar a la humanidad de sus divisiones y antagonismos.

Todos los místicos, ya sean de Religiones teístas o de Caminos no teístas, llegan al mismo punto en su suprema experiencia; sin embargo, al expresar o mostrar cosas, cada cual lo hace desde su cultura y percepción personal. He aquí la diferencia, que no es de contenido sino de forma. Y he aquí también el "quid", no es posible transmitir su experiencia en palabras.

Como dice el Tao Te King: "El Tao que puede ser expresado, no es el Tao eterno. El nombre que puede ser nombrado, no es el nombre eterno".

Desde su perspectiva, desde su comprensión, el maestro no puede expresarse de un modo comprensible para quien no se encuentra en su estado, para quien no ha alcanzado su experiencia. Echa mano entonces de señales, de indicaciones, que no siempre son captadas. Sus enseñanzas, las perlas de su mente, surgen entonces de muy diferentes y extraños modos que a veces llegan a confundir. Son un dedo que señala a la luna, dedo en el que muchos quedan encadilados perdiendo de vista la luna.

El kyudo queda entonces como un mero ejercicio de tiro con arco.
El arte marcial como un deporte de contacto.
El ikebana como un bonito arreglo floral.
El haiku, como una simple poesía de 5-7-5 sílabas.
El cha-no-yu como una bonita forma de tomar té.

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