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Las verdaderas intenciones geopolíticas de EEUU en Asia Central |
La medida del éxito de la nueva “estrategia afgana” del presidente electo Barack Obama, será directamente proporcional a su capacidad de desvincular la guerra de su agenda geopolítica heredada del gobierno de George W Bush.
Es obvio que la cooperación de Rusia y de Irán no es menos crítica para el éxito de la guerra que lo que EE.UU. arranca concienzudamente de los generales paquistaníes. Apenas cabe duda de que Obama estará en una posición incluso más fuerte para negociar frente a los duros generales en Rawalpindi si Moscú y Teherán comparten su estrategia afgana.
Pero por otro lado, Moscú e Irán esperarán que Obama se muestre dispuesto a deshacerse de la estrategia de contención de EE.UU. en su contra. Las señales no son buenas. No sólo por el aspecto del equipo de seguridad nacional de Obama y por la prolongación de Robert Gates como Secretario de Defensa.
Al contrario, en las semanas postreras del gobierno de Bush, EE.UU. presiona fuertemente por una mayor presencia militar en el patio trasero ruso (y chino) en Asia Central sobre la base de que las exigencias de un esfuerzo bélico reforzado en Afganistán necesitan precisamente una semejante presencia militar expandida de EE.UU.
De nuevo, la insistencia del gobierno de Bush en introducir a Arabia Saudí al problema afgano con el capcioso argumento de que un socio wahabí será útil para amansar a los talibanes no convence a Irán. El Supremo Líder de Irán, Ali Jamenei, subrayó intencionalmente el miércoles la necesidad de mantenerse vigilante frente a “las conspiraciones de la arrogancia mundial para crear desunión” entre suníes y chiíes.
Proximidad ruso-iraní
Parece casi inevitable que Moscú y Teherán aúnen sus esfuerzos. Muy probablemente, ya han comenzado a hacerlo. Los países centroasiáticos y China e India también observarán cuidadosamente la dinámica de esta sombría lucha por el poder. Son partes interesadas en la medida en que pueden tener que sufrir los daños colaterales de este gran juego en Afganistán. La “guerra contra el terror” de EE.UU. en Afganistán ya ha desestabilizado a Pakistán. Los despojos también amenazan con caer en India.
Sin duda alguna, el ataque terrorista en Mumbai del pasado mes no puede ser visto en aislamiento de la militancia irradiada por la guerra afgana. Mientras el Grupo de Trabajo Ruso-Indio de alto nivel sobre terrorismo se reunía en Delhi el martes y miércoles, otro alto diplomático relacionado con el problema afgano llegó a la capital india para consultas – el Ministro de Exteriores Adjunto iraní, Mohammad Mahdi Akhounjadeh.
Hablando el martes en Moscú, el jefe del Estado Mayor General de las fuerzas armadas rusas, general
Nikolai Makarov, casi descorrió el velo sobre la geopolítica de la guerra afgana para hacer saber al mundo que el gobierno de Bush se estaba echando una última cana al aire en el gran juego en Asia Central. Makarov no puede haber hablado sin aprobación del Kremlin. Moscú parece estar señalando su frustración al campo de Obama. Makarov reveló que Moscú tiene información de que EE.UU. presiona para obtener nuevas bases militares en Kazajstán y Uzbekistán.
Por coincidencia o no, una oleada de informes ha comenzado a aparecer en el sentido de que Rusia está a punto de transferir el sistema de defensa de misiles S-300 a Irán. S-300 es uno de los sistemas más avanzados de tierra-aire, capaz de interceptar 100 misiles balísticos o aviones al mismo tiempo, a alturas bajas y altas dentro de un alcance de más de 150 kilómetros. Como lo describiera el antiguo asesor del Pentágono, Dan Gourse: “Si Teherán obtuviera el S-300, cambiaría las reglas del juego militar para afrontar a Irán. Es un sistema que amedrenta a toda fuerza aérea occidental”.
Es difícil decir exactamente lo que sucede, pero Rusia e Irán parecen estarse preparando para una reacción contraria en caso de que un gobierno de Obama siga adelante con la actual política de aislarlos y excluirlos de sus “cercanos en el extranjero”.
La revista Aviation Week citó recientemente a funcionarios de EE.UU. que afirmaban que Moscú está utilizando a Belarus como un conducto para vender sistemas de misiles SA-20 a Irán. “Los iraníes tienen un contrato para el SA-20,” dijo uno de los funcionarios estadounidenses. “Enfrentamos un inmenso conjunto de desafíos en el futuro que nunca hemos tenido [antes]. Hemos sido adormecidos por un falso sentido de seguridad porque nuestras operaciones durante los últimos 20 años incluyeron el dominio aéreo total y hemos podido operar libremente en todos los terrenos”.
El funcionario estadounidense dijo que el despliegue de SA-20 alrededor de instalaciones nucleares iraníes constituiría una amenaza directa para la flota israelí de F15I – y F-16I avanzados, pero “no furtivos”. El periódico Ha'aretz informó el martes que el jefe de actividad político-militar en el Ministerio de Defensa israelí, general Amos Gilad, viaja a Moscú con una diligencia para que Rusia no transfiera los S-300 a Irán.
Evidentemente, Moscú mantiene un aire de “ambigüedad constructiva” en cuanto a lo que sucede en realidad. El Ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, comentó en octubre que Moscú no vendería los S-300 a países en “regiones volátiles”.
Pero, el miércoles, la agencia noticiosa rusa Novosti, citó a fuentes anónimas en el Kremlin diciendo que Moscú “está actualmente implementando un contrato para entregas sistemas S-300.” De nuevo, el miércoles, el jefe adjunto del Servicio Federal de Cooperación Militar-Técnica de Rusia, Alexander Fomin, defendió públicamente la cooperación militar ruso-iraní por tener una “influencia positiva en la estabilidad en la región.” Fomin comentó específicamente que sistemas como el S-300 benefician a toda la región al “impedir nuevos conflictos militares”.
El empuje de EE.UU. hacia el patio trasero ruso en el Cáucaso y Asia Central tendrá ciertamente influencia sobre el tango ruso-iraní respecto a S-300. Moscú y Teherán se mantendrán alerta ante la posibilidad de que a pesar del punto muerto en que se encuentran en la guerra afgana y las crecientes dificultades que enfrentan las fuerzas de la OTAN, los partidarios de la guerra fría en Washington continúen su gran juego en el Hindu Kush.
La política de las rutas de tránsito
Esto se hace manifiesto si consideramos la saga de las rutas de suministro a Afganistán de EE.UU. Los recientes eventos han mostrado que los combatientes son capaces de presionar a la OTAN interrumpiendo las rutas de suministro a Afganistán a través del puerto de Karachi. Lógicamente, EE.UU. debería buscar rutas alternativas de suministro.
Aparte de la ruta de Karachi, hay tres rutas alternativas para suministrar a las tropas en Afganistán: una, vía el puerto de Shanghai directo a través de China a Tayikistán y a Afganistán; la segunda, por las rutas por tierra Rusia-Kazajstán-Uzbekistán/Turkmenistán hasta la frontera afgana en el Amu Daria; la tercera, la más corta y más práctica a través de Irán.
Rusia tiene vínculos por carretera y ferrocarril con la frontera afgana. China, por otra parte, tiene actualmente sólo una conexión ferroviaria con Asia Central – la línea de Urumqi en la Provincia Autónoma Xinjiang que termina en la frontera kazaja. Pero China trabaja actualmente en dos lazos adicionales – uno desde Korgas en la frontera kazaja a Almaty y la segunda de Kashi a Kirguizistán. Estos dos lazos conectan China con la red ferroviaria centroasiática de la era soviética que lleva a la ciudad portuaria uzbeca del sur de Tennez en el Amu Daria, que es una puerta tradicional hacia Afganistán.
Pero sorprendentemente, Washington se niega a considerar ninguna de estas rutas alternativas. Es comprensible que Irán sea un área prohibida (a pesar de que, en la invasión de Afganistán en 2001 el gobierno de Bush solicitó y obtuvo apoyo logístico de Irán). Pero EE.UU. también se muestra cauteloso ante la posibilidad de involucrar a Rusia y China en el esfuerzo bélico. Teme que mañana esos países podrían exigir la participación en las decisiones sobre la estrategia de la guerra, que ha sido hasta ahora terreno exclusivo de EE.UU. Luego, hay otras implicaciones.
La estrategia de contención hacia Rusia y China no puede ser sustentada si existe una dependencia crítica de esos países para los esfuerzos bélicos de EE.UU. en Afganistán. De nuevo, su participación congelará efectivamente todo plan de expansión de la OTAN hacia Asia Central – para no hablar del radio de acción para el establecimiento de nuevas bases militares de EE.UU. en la región. Con todo, al involucrar a Rusia y China en las rutas de aprovisionamiento para las tropas de EE.UU. en Afganistán, EE.UU. se vería obligado a archivar toda su estrategia de “Gran Asia Central”, que apunta a hacer retroceder la influencia rusa y china en la región.
Por lo tanto, ¿qué hace EE.UU.? Se ha decidido por un enfoque a tres bandas. Primero, EE.UU. motivará a los recalcitrantes generales paquistaníes para que no creen problemas para convoyes de la OTAN que pasan por Pakistán. Por lo tanto, el senador estadounidense John Kerry, que visitó India camino a Pakistán la semana pasada en una misión de mediación, prometió, entre otras cosas, que EE.UU. actuará urgentemente ante el pedido de los máximos jefazos militares de Pakistán para que se actualice su flota de F-16 capaz de portar armas nuclear5es, aparte de acelerar un nuevo paquete multimillonario de ayuda para Pakistán.
Segundo, EE.UU. ha comenzado a trabajar en una ruta de aprovisionamiento enteramente nueva hacia Afganistán que evita Teherán, Moscú y Beijing y que, lo que es más importante, no sólo encaja con sino incluye la perspectiva de aumentar e incluso fortalecer la estrategia de contención de EE.UU. hacia Rusia e Irán.
El empuje caucásico de EE.UU.
Por lo tanto, EE.UU. ha comenzado a desarrollar una ruta terrestre completamente nueva, que no existe actualmente, a través del sur del Cáucaso hacia Afganistán. EE.UU. desarrolla la idea de embarcar carga para Afganistán a través del Mar Negro hacia el puerto de Poti en Georgia y luego despacharla por los territorios de Georgia, Azerbaiyán, Kazajstán y Uzbekistán. Un ramal de ferrocarril podría ir también de Georgia a través de Azerbaiyán a la frontera turkmena-afgana.
El proyecto, si se materializa, será un golpe geopolítico – el mayor que Washington pueda haber lanzado alguna vez en Asia Central y el Cáucaso post-soviéticos. Con un solo golpe, EE.UU. se aseguraría la cooperación militar a nivel bilateral con Azerbaiyán, Kazajstán, Uzbekistán y Turkmenistán.
Además, EE.UU. atraerá efectivamente a esos países a acercarse a los programas de cooperación con la OTAN. Georgia, en particular, obtiene un estatus privilegiado como el país de tránsito crucial, que contrarrestará la actual oposición europea a su introducción como país miembro de la OTAN. Además, EE.UU. habrá dado un golpe virtual a la Organización del Tratado de Seguridad (CSTO) dirigido por Rusia y a la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO). EE.UU. no sólo habrá tenido éxito al impedir a la CSTO y a la SCO metan sus narices en el caldero afgano, también habrá hecho que esas organizaciones sean relativamente irrelevantes para la seguridad regional si Kazajstán y Uzbekistán, los dos protagonistas cruciales en Asia Central, simplemente se salen del ámbito de esas organizaciones y tratan directamente con EE.UU. y la OTAN.
Tercero, el periódico ruso Kommersant informó el 12 de diciembre que EE.UU. también está estableciendo al mismo tiempo su presencia en Almaty. Dijo: “Las conversaciones que funcionarios del gobierno de EE.UU. mantienen en Asia Central confirman el punto de vista de que existe un nuevo proyecto. La semana pasada, el parlamento de Kazajstán ratificó memorandos de apoyo para la Operación Libertad Duradera en Afganistán. Permitirán a EE.UU. el uso de la sección militar del aeropuerto de Almaty para aterrizajes de emergencia de aviones militares”.
Por ello, EE.UU. estará haciendo un esfuerzo determinado por incapacitar a la diplomacia rusa respecto a Afganistán. Es interesante, que el mismo tiempo EE.UU. haya permitido a la OTAN que negocie con Rusia sobre condiciones para rutas de tránsito, que Moscú tendrá dificultades para rehusar. La semana pasada, el enviado de la OTAN para Asia Central, Robert Simmons, visitó Moscú. Si Moscú había calculado que su ayuda a la ruta de suministro de la OTAN la capacitaría para obtener influencia sobre otros temas de las relaciones Rusia-Occidente o respecto a Afganistán, eso no tendrá lugar ya que EE.UU. no aceptaría una dependencia de Rusia como tal y no sentiría la necesidad de reciprocar.
Es obvio que Washington ha pensado de modo inteligente. Está consiguiendo lo mejor de ambos mundos – la OTAN obtiene ayuda de Rusia y al mismo tiempo EE.UU. penetra a través de la CSTO y menoscaba los intereses rusos en el Cáucaso y en Asia Central.
Lo que más afecta los intereses rusos es que si se materializa la ruta caucásica, EE.UU. habrá consolidado a largo plazo su presencia militar en el sur del Cáucaso. Desde el conflicto en el Cáucaso en agosto, EE.UU. ha mantenido una continua presencia naval en el Mar Negro, con visitas regulares a los puertos en Georgia. Parece que EE.UU. planifica también una presencia terrestre cuidadosamente calibrada en Georgia. Las conversaciones para un Acuerdo de Seguridad y Militar entre EE.UU. y Georgia están en sus últimas etapas. El Vicesecretario Adjunto de Estado de EE.UU., Matt Bryza, visitó Tiflis el martes para consultas al respecto.
Existen informes de que Washington está completando un documento que incluye la ayuda a Georgia para cumplir con los criterios para la participación como miembro en la OTAN y que promueve “la cooperación en la seguridad y la asociación estratégica”. Como lo resumiera un experto estadounidense: “La opción del Sur del Cáucaso es más costosa pero incomparablemente más segura. También es inmune a la manipulación política rusa… un mayor flujo de suministros por tierra y aire presupondría una discreta presencia militar y logística de EE.UU. en el terreno. También requeriría un control fiable del espacio aéreo georgiano y azerbaijani”.
Otra dramática consecuencia es que la ruta por tierra propuesta que cubre Georgia, Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán también puede ser convertida fácilmente en un corredor energético y convertirse en un corredor para petróleo y gas caspios dejando a un lado a Rusia. Un tal corredor ha sido un sueño apreciado desde hace mucho tiempo por Washington. Además, los países europeos sentirán el imperativo de aprobar la demanda de EE.UU. de que los países de tránsito del corredor energético obtengan de una u otra manera la protección de la OTAN. Eso, por su parte, conduce a la expansión de la OTAN hacia el Cáucaso y Asia Central.
Es seguro que la renovada amenaza talibán en Afganistán y la escalada de los combates están suministrando un fantástico telón de fondo. Por primera vez, EE.UU. establecería una presencia militar en el Cáucaso y aparece la clara posibilidad de un corredor energético caspio conducente al mercado europeo. Tanto Rusia como Irán se sentirán directamente amenazados por la presencia militar de EE.UU. virtualmente en sus regiones fronterizas, y los dos se sentirían aventajados por Washington en las apuestas por la energía del Caspio.
Esas maniobras por las rutas de suministro sacan a la luz toda la gama de la lucha geopolítica librada implacablemente en el Hindu Bush, que en su mayor parte está oculta a la opinión mundial que sigue concentrada en la suerte de al-Qaeda y los talibanes. El hecho es que, siete años después de la invasión de Afganistán en 2001, a EE.UU. le ha ido especialmente bien en términos geopolíticos, incluso si la guerra como tal ha andado bastante mal tanto para los afganos y los paquistaníes como para los soldados europeos que sirven en Afganistán.
Los triunfos están en manos estadounidenses
EE.UU. ha logrado establecer su presencia militar a largo plazo en Afganistán. Irónicamente, con el deterioro de la guerra, se está creando ahora una justificación para establecer nuevas bases militares de EE.UU. en Asia Central. Aunque la estrecha cooperación de EE.UU. con los militares paquistaníes sigue intacta, la busca de nuevas rutas de aprovisionamiento se convierte en el telón de fondo perfecto para la expansión de su influencia en los patios traseros rusos y chinos (e iraníes) en Asia Central.
La velada amenaza de reabrir el “archivo de Cachemira,” que evidentemente apunta a mantener a India acorralada, también sirve un propósito útil. Explícitamente, EE.UU. enfrenta un verdadero desafío geopolítico en Afganistán si se conforma una coalición de potencias regionales que piensen como Rusia, China, Irán e India, y esas potencias comienzan seriamente a intercambiar notas sobre cuál ha sido el motivo de la guerra afgana hasta ahora y hacia dónde se orienta, y cuáles son los objetivos de la estrategia de EE.UU. Hasta ahora, EE.UU. ha tenido éxito en el retardo de ese proceso, separando individualmente a esos poderes regionales. Por cierto, Washington ha sido el beneficiario neto de las contradicciones en las relaciones mutuas de esas potencias regionales.
En general, EE.UU. tiene varios triunfos, considerando las contradicciones en las relaciones chino-indias, las relaciones chino-rusas, la situación respecto a Irán, las relaciones entre India y Pakistán y entre Irán y Pakistán y, por supuesto, entre Rusia y Pakistán. El desafío diplomático número uno para EE.UU. en esta coyuntura será prevenir y dispersar toda especie de incipiente coordinación que pueda tener lugar entre las potencias regionales que rodean Afganistán en la naturaleza de un proceso de paz iniciado en la región. EE.UU. ha hecho todo lo posible por asegurar que no se materialice la propuesta de la SCO para que se realice una conferencia internacional sobre Afganistán.
Pero, como lo demuestran las consultas ruso-indias e iraníes-indias de esta semana en Delhi, las potencias regionales pueden estar despertando lentamente y comprendiendo mejor la geoestrategia de EE.UU. en Afganistán. Puede que no esté lejos el momento en que comiencen a sentir que la “guerra contra el terror” provee una rúbrica conveniente bajo la cual EE.UU. se asegura cada vez más un sitio permanente en las tierras altas del Hindu Kush y de la Pamirs, las estepas centroasiáticas y el Cáucaso que forman el centro estratégico que domina Rusia, China, India e Irán.
La pregunta del millón de dólares es la sinceridad de Obama. Si quiere auténticamente terminar con el derramamiento de sangre y los sufrimientos en Afganistán, afrontar efectiva y perdurablemente el terrorismo, así como estabilizar Afganistán y asegurar el Sur de Asia como región estable, tiene que tomar una decisión definitiva. Todo lo que tiene que hacer es sentir disgusto ante el “daño colateral” que el gran juego causa a la condición humana, y buscar un arreglo afgano inclusivo en términos de los imperativos de la seguridad y la estabilidad regionales.
Una ruptura semejante será consistente con lo que afirma que es su sentido de los valores. La decisión existencial es si romperá con el pasado por principio.
Sin duda, Obama enfrenta una decisión difícil, ya que es un “extraño” por antonomasia en Washington y chocará con los intereses creados del establishment de la seguridad de EE.UU., el complejo militar-industrial, el Gran Petróleo y el cuerpo influyendo de partidarios de la guerra fría que quieren seguir adelante. La guerra en el Hindu Kush entra a una fase decisiva para el proyecto del Nuevo Siglo Estadounidense.
El embajador M K Bhadrakumar fue diplomático de carrera en el Foreign Service indio. Sus misiones incluyeron a la Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.
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Pero la operación, que debía ser coordinada por el Ministerio del Interior, la policía y el Buró de Inteligencia, fue detenida en el último momento por el establishment militar paquistaní, informaron contactos bien ubicados en los servicios de inteligencia de Pakistán a Asia Times Online.
Y, en su lugar, fue despedido el poderoso general en retiro, el Asesor de Seguridad Nacional, Mahmud Durrani. Él y otros altos habían admitido anteriormente que Ajmal Qasab, el único sobreviviente de los 10 terroristas que lanzaron un sangriento ataque contra la ciudad india de Mumbai el 27 de noviembre es paquistaní. Los hombres ya habían sido vinculados con LET, un grupo prohibido en Pakistán.
Durrani ha sido un eslabón crucial entre EE.UU., el gobierno de Pakistán y las fuerzas armadas paquistaníes.
El nuevo año comenzó con una nueva iniciativa en la “guerra contra el terror” dirigida por EE.UU. según la cual Boucher desplegó un enfoque sobre dos flancos. El presidente paquistaní Asif Ali Zardari debía buscar la reconciliación con India cumpliendo sus demandas después del ataque en Mumbai, y Zardari debía visitar Kabul para establecer una mejor coordinación con el presidente afgano Hamid Karzai.
El jefe del Comando Central de EE.UU., general David Petraeus, va a lanzar pronto una ‘oleada’ en Afganistán que duplicará la cantidad de soldados de EE.UU. de 30.000 a 60.000. Al mismo tiempo, las áreas tribales de Pakistán, donde los guerrilleros tienen amplias bases, se convertirán en terreno de libre caza para milicias tribales afganas y paquistaníes respaldadas por patrullas conjuntas de los ejércitos nacionales de los dos países, aparte de fuerzas de la OTAN.
El primer segmento del paquete estadounidense respecto a India ya ha sido, sin embargo, derribado por el despido de Durrani, poniendo en duda el resto. Esto deja al gobierno civil de Zardari atrapado incómodamente entre los deseos en competencia de EE.UU. y de su propio establishment militar.
Un enlace desaparecido
Después de la partida del ex presidente general Pervez Musharraf y la elección de un gobierno civil a comienzos del año pasado, el papel de Durrani como intermediario se hizo crucial mientras trataba de equilibrar las presiones sobre el gobierno.
Durrani tenía una relación estrecha con los responsables estadounidenses sobre asuntos de Asia del Sur y había estado involucrado en esfuerzos extraoficiales patrocinados por EE.UU. respecto a la disputada Cachemira y sobre Afganistán. Fue durante cierto tiempo embajador de Pakistán en Washington.
Después del ataque en Mumbai, se hizo un intento de establecer una Autoridad Nacional de Inteligencia como contrapeso para la poderosa Inteligencia Inter-Servicios, que ha sido permanentemente acusada de dar largas a la “guerra contra el terror”. Se sugirió que un profesor paquistaní en Harvard, que solía trabajar como oficial de administración de Zardari y que una vez estuvo en el servicio policial, dirigiera este nuevo organismo, pero la idea fue archivada por intervención de los militares.
Antes, bajo presión de EE.UU., el gobierno paquistaní había logrado ganar la partida a los militares haciendo que Jamaatut Dawa, declarada por Naciones Unidas como organización de fachada de LET, fuera colocada en la lista de terroristas, junto a los talibanes y al Qaeda.
Esto dio al gobierno la justificación para arrestar a dirigentes de Jamaatut Dawa. Sin embargo, el establishment militar advirtió que a menos que India suministrara evidencia contra ellos, tendrían que ser liberados, y el gobierno dio su acuerdo.
El gobierno entonces se traicionó a sí mismo, afirmando incluso que el líder Masud Azhar estaba libre y que no lo podía encontrar en ninguna parte en Pakistán. Ni Washington ni Delhi se lo tragaron, y se ejerció presión para que agencias civiles como la policía y el Buró de Inteligencia entraran en acción.
Departamentos del Interior provinciales prepararon listas de militantes buscados y la acción iba a comenzar el jueves después que Durrani y otros habían preparado la escena al admitir que Qasab era paquistaní.
Esto fue demasiado para los dirigentes militares y expidieron una “nota de aviso” al presidente y al primer ministro Yousuf Gilani de que Durrani debía partir de inmediato.
El gobierno cedió, y Washington ha perdido una persona clave vital cuando se prepara para una nueva fase en Afganistán. El vicepresidente electo, Joe Biden, quien debe visitar pronto la región, tiene muchos motivos para estar preocupado.
Syed Saleem Shahzad
Jefe del Buró Pakistán de Asia Times Online. Para contactos: saleem_shahzad2002@yahoo.com
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El conflicto de agosto pasado en Georgia y la reciente suspensión del flujo del gas ruso vía Ucrania podrían parecer crisis lejanas a alguna gente aunque es más correcto atribuirlas al "fracaso de EEUU y Europa en los intentos de unirse en torno a la diversificación estratégica del suministro de energía", declaró Lugar al intervenir el pasado jueves en el Senado.
El miércoles fueron arrestados cientos de abogados y personalidades de la oposición, y lo mismo podría suceder con los participantes en la marcha. También se han emitido órdenes para la detención de Nawaz Sharif, jefe del opositor partido Liga Musulmana Pakistán-Nawaz (PML-N) y de su hermano Shabhaz Sharif, ex ministro jefe de la provincia Punjab.
Los participantes en la marcha quieren que Zardari cumpla su promesa de reincorporar a los jueces que fueron despedidos por el antiguo gobernante militar general Pervez Musharraf, incluyendo al presidente de la Corte Suprema, Iftikhar Muhammad Chaudhry.
En estos tensos tiempos políticos, a Zardari le queda poco tiempo para hacer frente a la “guerra contra el terror”.
Listos para el combate
Antes de la reanudación de la batalla en Afganistán, ahora que hace más calor, los talibanes tienen un cerco virtual alrededor de la capital Kabul. Tienen un control significativo en los vitales distritos de Wardak, Logar, Parwan y Kapisa.
Un segundo anillo estratégico para reforzar ese sitio comprende las provincias de Kunar, Nooristan y Ghazni. Las cuatro rutas vitales de entrada y salida para las líneas de abastecimiento de los talibanes -Nimroz, Herat, Nangarhar y Kandahar– también están fuertemente ocupadas por los milicianos.
Además, después de llegar a acuerdos de paz con las fuerzas de seguridad paquistaníes, el recién formado Frente Unido de Talibanes en las áreas tribales paquistaníes está listo para lanzar por lo menos entre 15.000 y 20.000 combatientes adicionales a Afganistán. Se espera que comiencen a cruzar la escabrosa –y poco vigilada– frontera en abril.
El presidente de EE.UU., Barack Obama, ha prometido otros 17.000 soldados adicionales de EE.UU. para Afganistán, aparte de los 38.000 que ya están en el terreno, así como una mayor cantidad para la OTAN, cuyas fuerzas ahora ascienden a unos 55.000.
Incluso mientras aumenta la cantidad de combatientes, EE.UU. explora modos alternativos de encarar el problema. A diferencia de la doctrina bélica del gobierno de George W Bush de atacar áreas tribales de Pakistán con aviones radiodirigidos Predator para eliminar a dirigentes milicianos cruciales, Washington intenta la mediación para la paz.
El vicepresidente de EE.UU., Joe Biden, hablando en la sede de la OTAN en Bruselas el martes, afirmó que por lo menos un 70% de los guerrilleros talibanes en Afganistán son mercenarios y pueden ser persuadidos a deponer las armas. Esto viene después del aumento de los llamados de EE.UU. para llegar a elementos “moderados” de la insurgencia.
“Cinco por ciento de los talibanes son incorregibles, no susceptibles a ninguna cosa que no sea la derrota”, dijo Biden. “Otro 25% no están muy seguros, a mi juicio, de la intensidad de su compromiso con la insurgencia. Aproximadamente un 70% participa por el dinero”.
En una entrevista en el New York Times de fin de semana, Obama lanzó la idea de involucrarse con miembros no radicales de la insurgencia, mientras Afganistán se prepara para elecciones el 20 de agosto que pondrán a prueba su capacidad de gobernarse a sí mismo.
Sin embargo, parece que Washington ya perdió el tren. La razón es la más alta dominación incomparablemente alta de combatientes influenciados por al-Qaeda –los neotalibanes– que no están dispuestos a llegar a ningún acuerdo que no sea la retirada de las fuerzas de ocupación extranjeras y la restauración del régimen talibán.
A pesar de la muerte de una gran cantidad de importantes comandantes de al-Qaeda, esos defensores de la línea dura tienen una fuerte presencia entre los combatientes paquistaníes aliados con los tres principales comandantes - Mullah Bradar, Sirajuddin Haqqani y Anwarul Haq Mujahid. Los tres han jurado lealtad al líder talibán Mullah Omar, quien ha transformado a los talibanes en una fuerza ultra-conservadora en comparación con hace unos pocos años, cuando los talibanes eran un movimiento tribal pastún.
Es interesante que Washington haya rechazado anteriormente una propuesta similar hecha por el Foreign Office británico que describió a un 80% de los talibanes como reconciliables y a un 20% como contrarios. Sobre la base de esa teoría, la embajada británica y Naciones Unidas apoyaron una iniciativa para iniciar negociaciones con los talibanes en 2007. Enviaron a un funcionario de la ONU y a uno de la UE a la provincia Helmand para realizar conversaciones con el comandante talibán local.
Bajo presión estadounidense, el gobierno afgano expulsó a los funcionarios y las relaciones entre la UE y Gran Bretaña fueron tensas durante unos pocos meses. Tanto, que el gobierno afgano se opuso al nombramiento de Lord Paddy Ashdown como representante especial de la ONU para Afganistán bajo presión estadounidense.
En 2000, antes de la invasión de Afganistán y el derrocamiento de los talibanes, el entonces presidente paquistaní Musharraf advirtió a Washington que existen dos tipos de talibanes. Un grupo es militante, el otro moderado. Abogó por contactos con los moderados, pero los estadounidenses dijeron que Pakistán se mostraba demasiado comprensivo hacia los talibanes y rechazó la propuesta.
Después de la derrota de los talibanes, Musharraf se reunió con el presidente George W Bush y, según se informa, señaló que EE.UU. estaba cometiendo un error craso al concentrar todas sus operaciones en Kabul y al dejar que el resto del país fuera doblegado por la fuerza aérea.
Musharraf indicó que Afganistán tiene ocho centros del poder - Herat, Kandahar, Nangarhar, Mazar-i-Sharif, Kunar y Nooristan, Paktia y Paktika, Khost y Pansher. Sugería que si Bush quería consolidar el control estadounidense, tendría que negociar de inmediato con los diversos señores de la guerra en esas regiones y llegar a acuerdos por separado.
El consejo fue ignorado y EE.UU. llegó a acuerdos en todo Afganistán sólo con comandantes asociados con
Shura-e-Nazar. Este consejo fue formado por el difunto Ahmad Shah Massoud de la Alianza del Norte contraria a los talibanes que estaba compuesta por grupos en su mayoría no pastunes.
El resultado fue que los poderosos comandantes asociados con Hezb-e-Islami Afganistán dirigidos por
Gulbuddin Hekmatyar y los que estaban aliados con los talibanes fueron pasados por alto y luego se fusionaron con la insurgencia dirigida por los talibanes.
Un buen ejemplo de esto es el comandante más poderoso en el Valle Kumar, Haji Kashmir Khan. Saludó la derrota de los talibanes en 2001 y fue a Kabul junto con sus comandantes leales a saludar a Hamid Karzai, el nuevo presidente.
Sin embargo, por ser un asistente cercano de Hekmatyar, no obtuvo ningún puesto en Kunar – todos fueron otorgados a comandantes rivales asociados con la Shura-e-Nazar. Khan volvió malhumorado a sus refugios en las montañas y hasta hoy es el principal protector de Hekmatyar. Hekmatyar he reagrupado el comando disperso de Hezbe-e-Islami, han realizado varias operaciones exitosas y constituyen una parte importante de la insurgencia.
Además, con el pasar de los años una nueva generación de combatientes se ha hecho cargo del comando en muchas áreas. Son ultraconservadores y se mofan de la afirmación de Biden de que un 70% de los talibanes puedan ser comprados.
El cenagal político paquistaní
Mian Raza Rabbani, presidente de la Cámara en el senado y alto miembro del principal partido en la coalición gobernante, el Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), renunció esta semana. Aparentemente se disgustó porque un cercano amigo y nuevo ingreso al PPP, Farooq Naek, fue nombrado como candidato del partido para la posición de presidente del senado.
Este hecho ha sido interpretado como la primera señal de disenso dentro de la dirigencia de Zardari, quien ya ha desarrollado una serie de diferencias con el primer ministro Syed Yousuf Raza Gillani, otro alto líder del PPP.
El desasosiego dentro del partido no podía ocurrir en un peor momento, en vista de los disturbios en las calles con elementos opuestos al gobierno y la combatividad rampante en las áreas tribales. En efecto, todas las operaciones del Estado están inhabilitadas, incluido el compromiso de Pakistán con la “guerra contra el terror”. La parálisis en Islamabad afecta directamente al vecino Afganistán ya que todas las estrategias de contención contra los talibanes tienen que ser encaminadas, directa o indirectamente, a través de Pakistán.
Es poco probable que los militares, debido a su extrema impopularidad durante los ocho años de la era de Musharraf que terminó en 2007, estén en alguna posición para un cierto “aventurerismo”, como ser un golpe.
De todas maneras, el Cuartel General en Rawalpindi ha activado sus fuerzas e informado a las autoridades en Islamabad que supervisará directamente la seguridad en Islamabad. Es la primera vez que la seguridad ha sido arrebatada al Ministerio del Interior.
Zardari está una posición difícil respecto a la reincorporación de los jueces, especialmente del ex presidente de la Corte Suprema, Chaudhry. En un acuerdo con Musharraf negociado por los estadounidenses, Zardari recibió un perdón presidencial por todos los casos de corrupción pendientes en su contra, permitiéndole ocupar un puesto político. Si Chaudhry volviera, es muy probable que cuestionara la orden presidencial.
Funcionarios estadounidenses hablan ahora con el líder de la oposición Sharif, con Aitazaz Ehsan, el líder del movimiento de los abogados, así como con Chaudhry, con el propósito de posiblemente derrocar a Zardari, quien sólo se hizo cargo de su puesto en septiembre pasado.
El jueves, el enviado de EE.UU. Richard Holbrooke visitó a Gillani en la Asamblea Nacional y habló con él durante 15 minutos. Según fuentes que hablaron con Asia Times Online, expresó preocupación por la agitación política e instó al primer ministro a mostrar moderación. Anteriormente, la embajadora de EE.UU. en Pakistán, Anne Peterson. Se reunió con Sharif.
EE.UU. sigue deseando un gobierno que comprenda a partidos políticos laicos y liberales que apoye la “guerra contra el terror” y la ‘oleada’ militar contra los talibanes y al-Qaeda en Afganistán y Pakistán. Ya que parece cada vez más que su primera selección, Zardari, es un perdedor, se hace atractivo un cambio de política a mitad de camino, pero semejantes maniobras en el volátil Pakistán nunca son fáciles.
Syed Saleem Shahzad
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En una entrevista a la televisión rusa Russia Today, el analista en geopolítica italiano Tiberio Graziani señaló la dependencia de Italia en particular pero también aquella de otros países de Europa occidental con los Estados Unidos.
Esta sumisión, este comportamiento político vasallo europeo occidental impide a Bruselas o a Roma de defender sus propios intereses, obligándola más bien de considerar a Moscú como un adversario que como un socio comercial.
La crisis financiera mundial, aunque comenzó en Wall Street, no es simplemente una cuestión de dinero, dice Tiberio Graziani, director de la revista de estudios geopolíticos Eurasia
Tiberio Graziani, en conexión desde Roma para Russia Today. Entrevista a cargo de Anastasia Haydulina.
Russia Today:
Los gobiernos de todo el mundo están adoptando medidas proteccionistas. Esto produce un impacto a todos los niveles de la sociedad. En Italia estamos asistiendo a un mayor apoyo de las políticas anti-inmigración de la derecha.
¿Cómo puede Italia y cómo podemos todos nosotros superar la crisis financiera mundial?
Tiberio Graziani:
Ante todo, tendríamos que reflexionar sobre las razones de esta crisis financiera, que ha golpeado también la producción a nivel industrial, primero en los Estados Unidos y luego en todo en sistema occidental, constituido por el conocido triunvirato: Estados Unidos, Europa Occidental y Japón.
La crisis ha influido en todo el mercado mundial.
Por cuanto respecta a Italia, los efectos se han manifestado con un leve retraso y considero que acabarán siendo más pronunciados durante el 2009 y el 2010.
Dado que la economía italiana está basada principalmente en las pequeñas y medianas empresas, no hay una alta concentración industrial, y, por tanto, Italia tiende a tener una mayor flexibilidad necesaria para abordar y contener la crisis. Sin embargo la crisis será muy profunda.
Estaremos en condiciones de superar la crisis financiera si actuamos en un contexto geo-económico continental.
Esto significa que deberíamos buscar soluciones que impliquen a las economías de los países emergentes como Rusia, China e India. La crisis no puede ser superada sólo con soluciones nacionales o con soluciones elaboradas en Bruselas exclusivamente por la Unión Europea.
Russia Today:
Hablemos de la reciente crisis del gas. Italia quizás no se ha resentido tanto como los Balcanes y Europa Oriental, pero se encontraba, sin embargo, entre los países tomados como rehenes.
No obstante, la verdad se ha mantenido oculta.
¿Cuál es la verdadera razón de la disputa?
Tiberio Graziani:
La razón de la disputa del gas entre Kiev y Moscú es, de hecho, un reflejo de la expansión hacia el Este de la OTAN y de la ampliación de la Unión Europea a los países de la Europa Oriental.
Estos dos movimientos coincidentes de expansión han sido vistos en Moscú como una especie de agresión llevada a cabo en sus inmediaciones más próximas.
Este tipo de expansión comenzó en 1989 después de la caída del Muro de Berlín.
Desde ese momento los Estados Unidos decidieron controlar todo el planeta.
Eligieron así a Europa Occidental como punto de partida para moverse hacia Rusia y hacia Asia Central.
De hecho, se sabe que Asia Central tiene enormes yacimientos de gas y petróleo.
Los Estados Unidos alcanzaron así influencia en los países del Pacto de Varsovia y en algunas ex repúblicas soviéticas, como Ucrania.
Desde 1990, Ucrania ha comenzado a separar su propio futuro geopolítico de su sede natural, es decir, de Moscú.
Si analizamos la llamada “Revolución Naranja”, nos damos cuenta de que detrás de estas conquistas de la llamada sociedad civil ucraniana estaban los intereses de Washington.
No debemos olvidar tampoco la función de los llamados filántropos como George Soros no sólo en la desestabilización de Ucrania sino también en las ex repúblicas yugoslavas.
Cuando Ucrania ha abandonado o tratado de abandonar su propio contexto geopolítico natural, el de socio privilegiado de Moscú, es evidente que en las negociaciones por el gas Moscú ha tratado de establecer precios de mercado, visto que Ucrania no era ya un cliente privilegiado sino un cliente como cualquier otro.
Obviamente, la disputa ha acabado por golpear a Europa, porque los líderes ucranianos carecen de soberanía y son dirigidos por intereses occidentales de dirección estadounidense.
En lugar de buscar un acuerdo económico, como se hace habitualmente entre países soberanos, Ucrania ha agravado la situación sustrayendo gas destinado a los países europeos.
Esta verdadera razón de la crisis es ignorada por la prensa de Europa Occidental, incluida la italiana.
En la disputa del gas la mayoría de los periodistas italianos se ha concentrado no en las verdaderas causas sino en la demonización del gobierno ruso, diciendo que en la cuestión del gas había usado la geopolítica como arma, mientras el presidente Medvedev y el Primer Ministro Putin estaban sólo aplicando precios de mercado a transacciones económicas normales sobre el gas.
Russia Today:
Ucrania está al borde de la morosidad.
Rusia no puede contar con que Ucrania pague tarifas basadas en los precios de mercado el próximo año.
Tiberio Graziani:
Considero que es posible alcanzar un acuerdo económico. Moscú y Kiev pueden también negociar descuentos.
Me gustaría subrayar una vez más que no es sólo un problema de transacciones económicas, de importación y exportación.
Es una cuestión geopolítica.
Es evidente que si Ucrania decide situarse del lado del Occidente dirigido por Washington, esto influirá no sólo en el comercio del gas sino también en otros aspectos económicos.
Por tanto, creo que será posible encontrar una solución económica, pero la resistencia viene de Kiev porque depende de los intereses de Washington.
Russia Today:
Ahora que aparece Washington, hablemos de las bases militares estadounidenses en el territorio italiano.
¿Cuál es su opinión al respecto?
Tiberio Graziani:
La mayoría de la gente sabe de la presencia de las bases militares pero no es políticamente consciente.
Esta es la razón por la cual en el caso de la ampliación de la base militar de Vicenza, en el norte del país, se han planteado consideraciones sobre todo de tipo medioambientalista.
El motivo principal y fundamental, sin embargo, ha quedado oculto ya que en realidad esta ampliación sirve para que las fuerzas armadas de los Estados Unidos estén en condiciones de actuar en coordinación con una base militar no muy lejana, situada en Serbia (Camp Bondsteel), también esta dependiente de Washington.
En un futuro, los Estados Unidos podrán operar en países fronterizos y en Oriente Próximo y Oriente Medio, en naciones como Siria e Irán, y en cierta medida también en Rusia.
La nación yugoslava, en este caso Serbia, no ha sido elegida por casualidad, sino porque tiene afinidades culturales y étnicas con Moscú.
Russia Today:
La crisis del gas ha exasperado las tensiones entre Rusia y la Unión Europea, y muchos estados europeos ya están buscando proveedores alternativos.
¿Tiene Rusia motivos para preocuparse por ello?
Tiberio Graziani:
No, no creo que Rusia deba preocuparse.
Pienso que cada país debería buscar las mejores oportunidades en el mercado para asegurarse las provisiones energéticas y la autosuficiencia.
En un contexto geopolítico más amplio de tipo eurasiático, creo que las relaciones entre Rusia y Europa, y entre Rusia e Italia, deberían basarse también en los intereses económicos: en el intercambio de alta tecnología, de tecnología militar, recursos energéticos y, obviamente, relaciones culturales.
Pienso que las relaciones culturales entre la Unión Europea e Italia y, naturalmente, la Federación Rusa, deberían ser reforzadas.
Después de la Segunda Guerra Mundial, hace más de sesenta años, estas relaciones experimentaron un declive porque fueron obstaculizadas por la clase intelectual y política europea que apoyó la occidentalización o americanización de la cultura europea.
Si comparamos la literatura europea e italiana de los últimos años con las de los años Treinta, notamos que muchos escritores italianos usan un lenguaje mucho menos correcto, con muchos préstamos del inglés.
Es un resultado de la colonización cultural que Washington ha llevado a cabo desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy.
Es interesante observar que esta tendencia está presente también en los países del ex bloque soviético.
Russia Today:
¿Cuál es la línea italiana que prevalece en las relaciones con Rusia? ¿Pueden contar los rusos con que Italia desempeñe una función en la mejora de las relaciones entre Rusia y la Unión Europea?
Tiberio Graziani:
Ciertamente.
Evidentemente, Italia, junto a otros países de la Unión Europea, es un potencial socio de Rusia.
Pero para ser un verdadero socio y no sólo potencial, Italia debería tener una mayor libertad y una soberanía política total, que por el momento no tiene.
Me gustaría afirmar nuevamente que en Italia hay más de cien sitios militares que dependen, directa o indirectamente, de los Estados Unidos y forman parte del plan estadounidense de influencia y ocupación de toda la península europea.
En estas condiciones, Italia y otros países están limitados en la expresión de sus intereses políticos y económicos.
Pero hay que reconocer también que en los últimos años la política económica del Presidente Putin, en primer lugar, y del actual presidente Medvedev ahora, ha sentado las bases para que Italia se convierta en un verdadero socio de Moscú, no sólo desde el punto de vista económico, sino también desde una perspectiva política y considero que también militar.
Italia está situada en el área mediterránea y ocupa una importante posición estratégica.
Además, su posición central es también fundamental a nivel geopolítico, en relación con el Norte de África y Oriente Próximo y Oriente Medio.
Sería justo que la utilizase con vistas a la integración eurasiática.
Creo que las relaciones entre Italia y Rusia están mejorando: los empresarios italianos se están moviendo en la dirección apropiada porque lograr superar los límites impuestos por un poder político que viene directamente de Washington y de Londres.
Russia Today:
Usted es muy crítico con respecto a Washington y describe a los Estados Unidos como una nación imperial, pero ya no vivimos en un mundo unipolar.
Tiberio Graziani:
Soy muy crítico con respecto a Washington porque ha incluido a Europa en su espacio geopolítico y la considera sólo como una cabeza de puente pata atacar a todo el suelo eurasiático.
Eso me hace crítico, pero naturalmente siempre hay que tener en cuenta la importancia y el significado de los Estados Unidos.
Y los Estados Unidos deberían también comprender que la época en la que eran una superpotencia ha concluido.
Actualmente, en el siglo XXI, a nivel geopolítico, tenemos un sistema multipolar con Rusia, China, India, los Estados Unidos y algunos estados de Sudamérica que están también creando su entidad geopolítica: me refiero a Brasil, Argentina, Chile, Venezuela y evidentemente a Bolivia.
En particular, la mayor libertad de la que gozan estos países sudamericanos puede permitir a la Unión Europea abandonar el bloque occidental dominado por los Estados Unidos y Gran Bretaña.
Russia Today:
Usted conoce los puntos calientes de Europa y las regiones separatistas. Asimismo, fue observador de las elecciones de Transnistria.
Hay una isla (Manu Entu) cerca de la costa de Cerdeña en Italia que recientemente ha declarado la independencia, que se dice inspirada por Abjasia y Osetia del Sur.
¿Existe una fórmula universal con la que enfrentarse a la cuestión del separatismo?
Tiberio Graziani:
Las cuestiones son completamente distintas. En Cerdeña hay un movimiento político separatista, pero en Italia otros separatistas/secesionistas se sientan en el parlamento y están en el gobierno.
Por cuanto respecta a Transnitria, es necesario valorar su situación desde el punto de vista geoestratégico.
Moldavia y Rumania advierten el peso de los Estados Unidos y de la OTAN.
El conflicto de Transnitria es uno de los llamados conflictos congelados.
Considero que la independencia de Transnitria sería interesante porque en tal caso se convertiría en un área en la que los Estados Unidos no podrían entrar.
Sería un territorio libre desde el punto de vista eurasiático, porque Transnitria tendría su propia soberanía.
No analizo esta república en base a su gobierno actual.
Me limito a analizar su situación geoestratégica y geopolítica.
Por eso, si Transnitria es una república autónoma significa que en su pequeño territorio no hay bases de la OTAN.
Anastasia Haydulina
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