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La mirada.

El principio y el fin, el alfa y el omega, en simbología de la tradición judeo-cristiana, forman parte de nuestro andamiaje humano.

Empezamos un curso en la escuela, lo terminamos, comienza la vida cuando nos salimos del agua que nos envuelve, abriéndonos paso por un angosto y húmedo túnel, comenzamos un buen día a amar al contemplar que una mirada nos reconoce como lo que somos, empezamos a soñar, comenzamos a sufrir en ese instante ebrio en el que un extraño vacío rodeó nuestra existencia... Y suenan los timbres que nos anuncian los límites de lo que antes comenzó. La vida. La vida sola, la vida cooperada. El principio del fin y el fin del principio. Tiempo natural y tiempo artificial. El cronos y el kairós. Las metáforas historiadas del cielo y del infierno. Los hay que se aferran tanto a esta vida, les ha ido tan bien que pactan con Lucifer para que su tiempo se alargue y prolongue como una goma laxa. La piel de Berlusconi, por un poner. A los que se han subido al carro del muy bien estar, tienen ahora miedo, en este tiempo que se les acaba, y por eso no quieren que a su carro se suba nadie ni que nadie disfrute como ellos , no vaya a ser, que es, que se les acabe al momio. Y en esas están los gobiernos de los estados libérrimos..., mientras que los que nunca tuvieron eso, a lo que llamamos vida, pero que se la enseñaron como una golosina que “se ve pero no se toca”, se nos echan encima juntos muy juntos porque están hartos de ver y no tocar. Y los que no levantan la barbilla del ombligo se enredan en teorías y palabras tan huecas como necias y vacías y no entienden... o no quieren entender, para no abrirse las venas, quienes aún les quede una pizca de sensibilidad.

Al menos 17 niñas de la pequeña localidad de Gloucester, en el Estado de Massachusetts, dicen que pactaron quedarse embarazadas al mismo tiempo, para poder criar a sus hijos juntas... buscaban, al parecer, ser queridas sin condiciones, según el superintendente del cole donde ellas dicen que estudian. Y ahora, los que marcan el principio y el fin de la jornada escolar de estas niñas, andan buscando a un mendigo que dicen que las dejó embarazadas. Siempre los menesterosos jodiendo el plan.

¡Que se pregunten los profesionales del timbre escolar el por qué estas niñas desean criar muy juntitas a sus nenes! Igual descubren que estaban hartas de mirarse el cogote durante la interminable jornada y supieron del significado de que alguien les mire a los ojos de cerca, esa mirada que nunca jamás fue vista en esa escuela. Y cuando en el recreo lo comentaron, ya no quieren separarse, porque intuyeron adolescentes la fuerza del grupo cooperado.
Feliz verano, amigos.

Gonzalo Romero

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