Los primeros pasos de Zapatero dejan claro una cosa: el discurso social no podrá ocultar un paso hacia la derecha. Además, la podrá hacer porque sí cuenta con alguna alternativa, está se encuentra a su derecha.
Como asiduo conferenciante, puedo asegurar que, por más que el tema tratado pertenezca al pasado histórico, resulta inevitable que el forum siguiente no tome el curso sobre la última historia de la izquierda de este país de países. Supongo que no poco tiene que ver el dato derivado de cierta obsesión propia mostrada en un buen número de escritos (entre ellos unas “memorias”), esto por no hablar de la edad, la propia de un veterano que sabe más por viejo que por diablo sobre una asunto sobre el que abundan los trabajos de campo en revistas como El Viejo Topo y Viento Sur, pero son asuntos que “entran más” en los debates horizontales.
No debo de ocultar mi complicidad ya que, frente a las concepciones más pesimistas que acentúan las notas de agotamiento y desesperanza ante el presente, soy muy a dado a rememorar que para pesimismos, los que se daban en aquella España franquista, incluso en una época tan avanzada como los años sesenta. Entonces, el régimen no solamente imponían aquellos fastuosos desfiles militares, y las detenciones (y muertes) de resistentes tratados como bandidos, también desalentaba un miedo que llegaba hasta los huesos, y comprobar el conformismo reinante, la percepción de una clase obrera que parecía muerta, el afán consumista, y la presencia de una juventud que parecía obnubilada por el fútbol, las salas de baile, y que no solamente no quería saber nada de lo que pasaba, es que también tenía miedo. El miedo, profundo, desconcertante,era un sentimiento totalmente generalizado.
Y sin embargo…Sin embargo, todo empezó a cambiar desde finales de los años sesenta. Justo cuando la resistencia juvenil se prolongó desde la universidad hacia las fábricas. De ese encuentro surgió la ampliación extraordinaria del PCE-PSUC, pero también todos aquellos grupúsculos a los que Carrillo trataba tan despectivamente. Mayo del 68 y luego la “revolución de los claveles” confirmaron la tendencia de una fase histórica en la que se podía ver día por día la descomposición del régimen, de la España oficial, y la emergencia de una España real, joven, abierta, inquieta. Una fracción minoritaria de esta juventud rebelde se aprestó a luchar para que al final nos no dieran gatos por liebre, pero no fue suficiente. El grueso de la clase obrera permaneció bloqueada por las direcciones sindicales y los partidos de la izquierda “responsable” que anteponían el pacto con los “evolucionistas” al riesgo de una situación de ruptura.
El “carrillismo” no expresaba otra cosa que la propuesta de un compromiso para aislar a los “ultras”. Se les decía, viene una crisis económica, y la única manera de gestionarla es bajo una democracia. Si había democracia habría también pacto social…Los militantes más auténticos interpretaban esta estrategia en clave de la etapas. Primero la democracia, luego ya avanzaremos. El modelo era el PCI cuyo destino no ha sido muy diferente al del PCE, ambos trataban de ocupar el espacio de una socialdemocracia débil.Correspondió al PCE-PSUC la ardua tarea de aplicar el compromiso con Suárez (un político hábil que supo darle la vuelta a la situación, y tomar la iniciativa política jugando con las cartas de la continuidad y la “ruptura”), y este fue el principal factor que desencadenó su descomposición a favor del PSOE…Una nota: Carrillo no podía haber gobernado el PCE-PSUC a su manera sin décadas de cultura estalinista de mando único.
¿Y qué fue lo que permitió el irresistible ascenso del felipismo?.
El impulso de los movimientos bajó en intensidad tras la apisonadorade los Pactos de Moncloa (o esto o los tanques), pero todavía le quedaba un potencial considerable, hubieron numerosas huelgas que fueron cortadas por arriba –por acuerdos firmado por las cúpulas-, y por abajo, con la implicación de los militantes que creían que ya no tocaba la calle sino lasinstituciones. El PSOE firmó también los pactos, pero no pudo ni tuvo necesidad de hacer este trabajado de desactivación.
Es más, por entonces hasta se permitían ser más “marxistas” que el PCE-PSUC. Su lenguaje era más radical, y sus estructuras mucho más laxa y permisivas. Aparecía como el partido de la República, pero con líderes jóvenes, ajenos a las malas historias, a todo lo que pudiera rememorar la pesadilla de la guerra, la derrota y todo lo demás. En líneas generales, la izquierda se debatía entre dos grandes opciones simbólicas, la comunista se relacionaba con los “países socialistas” en los que el sueño del socialismo era más bien una pesadilla. La socialista representaba el “Welfare State”, Brandt, Miterrand, etc. Fue además la opción del capitalismo mundial (Trilateral, etc) que como es sabido, forma una internacional con todas las de la ley.
Después de la “espada de Damocles” visualizada por el golpe de Estado del 23-f, para la inmensa mayoría de la población el PSOE era la única alternativa, de entrada porque querer ir más lejos podía ser interpretador como una actitud “irresponsable”. Todavía existía el potencial movilizador suficiente para la UCD, cada vez más dividida además, no pudiera aplicar sus planes de reajuste. Esta política la realizó el PSOE que antes de gobernar tuvo que realizar un acto de genuflexión simbólica, el abandono de cualquier referencia del marxismo del que tanto había presumido la fase anterior. Pero en aquella genuflexión no solamente abandonó el marxismo, también tiro por banda lo que hasta ahora se había entendido por socialdemocracia. Evidentemente, el PSOE no hizo de UCD como la UCD, supo mover otras piezas contando con los márgenes quela historia le daba, una derecha que entraba en crisis, una izquierda (PCE-PSUC) en descomposición, amén de un una imagen propia de europeismo y juventud.De una gran capacidad mediática, son centenares las personas honestas que no querían ni quieren creer que Felipe les engañaba aunque bajo Jehová y se los asegure.
Esta gente –tan familiar- representaba al pueblo llano que temía perder lo que había ganado en aquellas décadas de pluriempleos, horas extras y destajos, y que necesitaba creer que Europa era la garantía de un vierto bienestar, unos logros tanto más considerados mientras más se mirara hacia atrás. A aquella postguerra que para mucha gente pudo ser peor que la misma guerra.
El PSOE supo trabajar el cambio político, la reforma de las administraciones corrompidas hasta las cejas. Un día de esto contaré algunas cosas que sé sobre la Sanidad Pública (y de las que ofrezco testimonio directo en mis “memorias”). Sobre todo de los ayuntamientos que durante dos décadas conocieron cambios muy notables, sobre todo considerando su estado anterior. Otra cosa es la deriva ulterior, cuando se acabó este margen y creció la dependencia de las inmobiliarias. Otra cosa que supo jugar el PSOE fue dar una salida “profesional”a todo un sector de la izquierda que interpretó su militancia como una “carrera”. Esto llegó a ser tan atrayente que hasta el PCE a través de Carrillo se quejó amargamente de que muchos de los suyos que habían sido antifranquistas de verdad, no habían sido todavía reconocidos. Pero el PSOEsupo hacerlo, sectores parlamentarios, mayorías municipales, cuadros de todo tipo encontraron en la administración su recompensa. Los últimos fueron los “renovadores”. En ausencia de otra perspectiva, hubo mucha gente que creía, o quería creer que lo que estaba haciendo era “modernizar” el país.
La misma lógica funcionó entre los intelectuales de izquierdas. Los que siguieron en lo que se llamó “resistencialismo” fueron acusados de persistir en un antifranquismo cuando el franquismo ya no existía, y se encontraron abocados a la mera supervivencia. Los que se subieron al carro de los vencedores pudieron hacer también su carrera, y reorientar su vida profesional. Ningún medio representó tan cabalmente el proyecto felipista como EL PAÍS, con tanto que contribuyó de una manera formidable a marginar toda oposición de izquierda, incluyendo incluso el espacio de las revistas de pensamiento. El ninguneo de la izquierda no institucional fue feroz y sistemático. Es lo que sucedió durante la campaña anti-OTAN, y lo que ocurriría con la apuesta encabezada por Julio Anguita al que trataron de hacerle la vida (política) imposible con la contribución inexcusable de antiguos estalinistas como Solé Tura Elorza, Pradera, etc. Le aplicaron el estereotipo del estalinismo, justamente el mismo del que habían exonerado a Carrillo, quien también había regresado al redil de la “casa común”. Llegó un momento en que parecía que fuera del PSOE y del EL PAÍS no quedaba más que la travesía del desierto. Una travesía a una tierra prometida (la “socialista”) de la que la gente estaba huyendo.
Felipe creyó que iba a morir de éxito, y se atrevió a ir mucho más lejos de lo que estaba dispuesta a admitir una franja muy importante de gente. El truco bipartidista no fue suficiente, y un sector determinante del voto de izquierda se quedó en la abstención, y su desprestigio fue total. Había heredado las ventajas de la desactivación social en nombre de un “cambio” quesocialmente tenía todas las características de un retroceso social brutal. Un buen ejemplo de sus métodos lo podemos encontrar en el municipio de Sagunto. Allí ganaron las elecciones por mayoría absoluto con un programa en contra de la desmantelación industria, pero cuando llegaron al poder aplicaron dicha desmantelación porque se sentían “legitimado por los votos”. Pero sin la base social obrera-reformadora que había sido el soporte de la socialdemocracia, sin movimientos sociales, con solo un diario nacional, y con un estado de ánimo “socialero” en retroceso (esto resultaba visible en los ambientes familiares obreros que en el 82 querían creer en la oportunidad de Felipe, y que en los noventa solo los mayores le daban el voto incondicional,otros con la nariz tapada, en tanto que otros habían dejado de hacerlo).
La victoria continuada del PP mostraba que hasta la derecha más impresentable era capaz de tomar la iniciativa, y hacerlo con éxito. Revelaba una derecha con ejes estratégicos meridianos. Producto de una osmosis entre el neofranquismo y el neoliberalismo, puestos al día en el lenguaje “centrista”, armado con una estrategia consecuente de la “revolución neoconservadora”, con el apoyo de los Estados unidos, de la Iglesia de Wotyla, y de aquella España que tan nítidamente se retrata en el programa “Cine de barrio”, y como no, en esa TV mezcla de concursos catetos, prensa del “corazón”, sucesos como “El Caso”. Pasado el tiempo, cada vez resulta más ostensible el peso “sociológico” del franquismo en buena parte de la población.
El PP portaba una estrategia de ofensiva en todos los frentes, la misma que se manifestaba cuando Aznar recibía a “nuestros” lideres sindicales. Mientras estos se mostraban educados porque criticaban la “acritud” del presidente, este les decía reforma laboral, flexibilización, etc, antes de darles los buenos días. El maridaje neofranquismo-neoliberalismo se expandió en todas partes como una consecuencia natural del maridaje de la historia española con la restauración conservadora. Estaban tan imbuidos de su capacidad de movilizar sus huestes como de la desmovilización “sociata”, que se fueron a las Azores a pesar de todas las encuestas, y no les faltaba razón. Por ejemplo ellos tenían la derecha plural diseminada en un extenso número de diarios, y el PSOE solo tenía El País donde empezaba y acababa toda la pluralidad de la izquierda posible. Ellos tenían una base social motivada “por forrarse”, en tanto que el PSOE prometía más de lo mismo. Saltaron sin dificultades las municipales. Tuvo que llegar el horror del 11 M, y todo lo que siguió, para que una franja de electores se olvidara de la abstención y dar un voto de confianza al PSOE.
Algo así fue posible porque el candidato de Felipe, Bono, fue derrotado por los pelos por un candidato que había tomado buena del agotamiento del felipismo. De ahí su “radicalismo” adelantándose a cualquier otro gobernante en la salida de las voluntariosas tropas españolas en Irak (en misión “humanitaria” como es de moda), así como las medidas de audacia en relación al matrimonio homosexual, y con ciertas medidas de apoyo a las mujeres.El alcance de estas medidas es tal que la cómica italiana Susana Guzzanti ha podido titular su sátira contra Berlusconi Viva Zapatero, jugando con el Viva Zapata pero también estableciendo una comparación en el que ZP aparece como una alternativa idealista. Cierto que en Italia con un gobierno con mayoría de excomunista incluyendo Refundazione, no se ha mostrado capaz de desafiar a la Iglesia en el tema del matrimonio “gai”. Tampoco de abandonar Irak…
Otros posicionamientos como los judiciales o los dedicados al escándalo inmobiliario no han ido más allá de las grandes declaraciones. En el ámbito social, lo único que ha cambiado ha sido la sonrisa por la cara de perro de Aznar, pero no se puede decir que mantenga ninguna diferencia con el PP. Es más, en algunos casos está reproduciendo los métodos de Felipe que vendía con palabras de izquierda (“solidaridad”, “modernización”, etc), las medidas más reaccionarias. ZP está privatizando lo mismo que hubiera hecho el PP. Así es que, sí esta es la esperanza de la izquierda, estamos apañados.
No deja de tener gracia las críticas que se achaque a “nuestra” derecha una actuación “irresponsable”, como sí todo se tratara de una fuga hacia delante por una derrota electoral que no han sabido digerir.
Esta no es solamente la derecha que nos ha tocado, es también una derecha que se alimenta de las extremas debilidades de la izquierda. Su estrategia de acoso y derribo a ZP es porque es su principal obstáculo en su camino. Que esto sea así demuestra a favor de quien está la correlación de fuerzas. Mientras que la izquierda se queda en las instituciones no sea que se vayan a resfriar, el PP saca pecho haciendo que lo de la guerra de Irak y el festival de mentiras gubernamentales pasen al olvido y consigue movilizar la “España profunda” por las esencias patrias, y contra ETA con el inestimable concurso de ésta. Como explicaba muy bien Gregorio Morán, ETA ha conseguido sustituir al franquismo en el odio de los españolitos. Por más que El País editorialice que el PP se ha pasado siete pueblos, lo cierto es que sus “excesos” se traducen en éxitos políticos palpables en temas como el Estatut catalá, ETA, el asunto del gobierno de Navarra o la Ley de la Memoria Histórica. Mientras que ellos no tienen miedo a perder el pantano del “centro moderado”, el PSOE y su extensiónIU-IC,se echan para atrás reincidiendo en la lógica de la cultura de la derrota.
Sí todo lo que le queda a la izquierda es soñar que Zapatero repita, estamos apañados incluso desde la lógica reformadora moderada. No parece que el genio mediático del presidente cuente con más cartas en la manga, de momento le están creciendo los cadáveres en Afganistán, y aquella promesa a la juventud de“No os fallaré”, no tiene visos de cumplirse. Antes al contrario, la juventud está comenzando a asociar problemas como el de la vivienda o el de la creciente precarización con el PSOE,y el ambiente de abstención va en línea de la caída de Felipe. Y es que mientras que el PP no decepciona a los suyos, el PSOE sí. Muchos votaremos contre el PP y contra CiU, pero no está tan claro que en los medios más despolitizados esto funcione. Es bastante obvio que esta lógica no le escapa a ZP ni a su entorno, y dentro de los estrechos márgenescon que cuentan, intentan mover piezas.
La cuestión de las cuestiones es que después o detrás de esta izquierda institucional cuyo principal haber radica en lo impresentable que puede llegar a ser la derecha, no hay nada más allá con cara y ojos; está casi todo por empezar. Tenemos unos sindicatos que negocian retrocesos mientras tratan de salvaguardar lo que queda de las ventajas de la vieja clase obrera. IU-IC no solamente van retrocediendo electoralmente, también se han adaptado un paso más al PSOE, y no ve vida más allá de las instituciones. El importante movimiento altermundialista que asombró el mundo con sus multitudinarias manifestaciones, no ha sido capaz de producir una red de entidades sociales vivas. Lo que queda de la antigua izquierda radical se está recuperando lentamente de los desastres de los noventa. Estamos muy lejos de situaciones como las de Francia o Portugal, con grupos tan activos y tan influyentes como la LCR y el Bloque. La izquierda nacionalista conoció mejores tiempos, además su capacidad de responder más allá del “problema nacional” resulta más bien patética.
Llegados aquí, el amigo lector/a dirá como es que he empezado hablando de optimismo. Pues sí, creo con Galeano que hay que dejar el pesimismo para mejores tiempos, y que, por lo tanto, con esta situación, únicamente nos faltaba ser pesimistas.
Creo que no se puede entender semejante “debâcle” sin tener en cuentala suma de desastres que nos ha tocado en tanto que izquierda-izquierda, como aquello del café-café. Primero, el franquismo no fue un mero paréntesis, fue una auténtica trituradora que además dejó una herencia de miedos, individualismo e ignorancia. Segundo, la recomposición social amplia operada en los sesenta-setenta fue truncada antes de que pudiera consolidar una base de entidades estables, y el felipismo acaba rematando lo que quedaba por el método de la asimilación administrativa. Tercero, fue en estas condiciones, agravada por la crisis que siguió la derrota del movimiento anti-OTAN, y la desaparición del MC y la LCR (por motivos muy diferentes, los primeros se “suicidaron”, los segundo se quedaron “bloqueados” generacionalmente), cuando llegó la restauración conservadora…Nuestra izquierda militante casi desapareció, y en los últimos tiempos, aunque no han tenido lugar los cambios que se esperaban,es posible hablar de nuevos factores objetivos y subjetivos que conviene apreciar…
En primer lugar, el triunfal-capitalismo ha podido demostrar de todo el horror a que es capaz. Bush no es solamente un personaje siniestro, es la encarnación de un sistema que está conduciendo a la humanidad al abismo. Nunca ha quedado tan de manifiesto que el capitalismo conduce a la dualidad despilfarro-desastres humanitarios…La restauración conservadora, por más que todavía tiene cuerda, ya comienza a mostrar sus contradicciones y límites. El desmontaje de lo que queda de “Welfare State” nos llevará a situaciones imprevisibles. Y si bien ha habido una decepción del “socialismo real”, el pueblo no ha perdido la noción de sus derechos sociales. Se decía que no había alternativas, pero los movimientos altermundialistas han abierto un camino, y con todos los problemas y contradicciones que se quieran ha aparecido Venezuela que está creando un foco de oposición internacional al imperio.
Molecularmente, lentamente, como la hierba, está creciendo una oposición entre las nuevas generaciones que son las que están dando vida a los viejos movimientos. “Movidas” como la de la “Memoria histórica” sería impensable sin la presencia activa de la juventud. Lo mismo sucede en el importante tema de los medias, aquí habría que hacer un aparte con Internet, pero también con la nueva vida de revistas que en los noventa apenas si sobrevivían. Está apareciendo un sindicalismo alternativo entre estos jóvenes, pequeñas luchas aquí y allá que están mostrando que se puede luchar, y que es posible renovar los antiguos métodos de lucha obrera. Todo esto está atravesado por una concepción anticapitalista que bebe en el conocimiento de una realidad que nos golpea cada día. Aunque la gente no se mueva, el discurso en contra es escuchado, los que vivimos el antifranquismo podemos que recordar que las grandes luchas no llegaron sin que este discurso comenzará a ser oído porlos que hasta ahora no querían saber nada de nada.
En todo este proceso, los estragos del oportunismo en forma de profesionales de la política y de burócratas sindicales aparecen bastante claro. Lo que no lo queda tanto es el rechazo al sectarismo cuya mayor eficacia radica en bloquear cuando no destruir, las iniciativas de base que están saliendo en diversos ámbitos: sindical, vivienda, memoria histórica, antifascismo, etcétera. El sectarismo es un bacilo que se manifiesta por la creencia de que el istmo tal o cual es el único verdadero, y los que se le oponen son enemigos a denigrar o destruir. Tiene la virtud de suplir el análisis histórico por las leyendas mágicas, y por la tranquilidad que da sentarse en una verdad revelada. Se trata de una tara que se manifiesta en todas las corrientes, pero que es consustancial al estalinismo. Se nutre de una tendencia natural al tiempo que revela el abismo de nuestro atraso político, y afecta especialmente a la gente “instalada” en su formación, y en jóvenes ahítos de ungüentos maravillosos. A veces resulta desesperante.
Con todo, también hay una actividad de superación de este grave problema. En los últimos tiempos hemos asistido a una intensificación de actividades unitarias que antes parecían poco menos que imposible. Está claro que el mal sabor de boca que dejaron atrás otras tentativas anteriores, pesa a la hora de dar pasos con mayor audacia. Pero creo que después de las últimas elecciones, el campo está mejor delimitado que nunca. En este sentido, iniciativas como LAFARGA en Cataluña, merecen ser tomadas en consideración. Los componentes son varios, y ha mucha historia por medio. Pero toda recomposición obliga a mirar más hacia delante que hacía atrás, no es de otra manera como se recompuso el antifranquismo en el movimiento obrero y en los diversos movimientos sociales de entonces: mirando más hacia el final de la dictadura que hacia la guerra…Comenzar de nuevo comportará el reconocimiento mutuo de diversas tradiciones, mirar más en lo que se dice y se hace ahora que en lo que nos pudo dividir antes. Sobre todo hay que saber combinar criterios de pensamiento fuerte(por ejemplo, no hay que tener contemplaciones con las tentaciones institucionalistas o burocráticas sindicales), con una nueva apreciación de la pluralidad.
Llevamos mucho atraso, pero nunca es tarde
Gutiérrez-Álvarez
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